Pastora Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

Es hermoso hablar del amor o de todo lo que es romántico; vivir esos episodios tan maravillosos que escalofrían la piel y hacen que se sientan mariposas en el estómago nos llena una de emoción apabullante. El amor es algo muy bello, pero también muy difícil de identificar, pues suele confundirse en medio de muchas otras emociones que se detonan en el momento en que se está con esa persona especial. Pero, ¿cómo identificamos el amor verdadero?

Bueno, no es tan fácil como lo plantean en las películas o las novelas, es algo aún más complejo. Podemos decir que hay dos aspectos con los que se confunde fácilmente el amor real: uno es la atracción física y el otro es el encaprichamiento romántico.

La atracción física es, obviamente, atracción superficial; se basa en lo que veo y en las pasiones que me despierta esa persona a nivel sexual.

El encaprichamiento romántico es el tipo de “amor” que se basa en sentimientos cambiantes; es decir, un día te gusta mucho esa persona y el otro día ya no tanto, un día estabas loco o loca por él o ella y otro día ya no estás tan seguro, es decir, los sentimientos van y vienen, cambian dependiendo del humor y las circunstancias; el encaprichamiento tiene como prioridad la forma en que nos hace sentir el estar con esa persona especial, no es algo que implique racionalizar mucho la relación y valorar los aspectos importantes de la pareja, son simplemente sentimientos volátiles y en su mayoría muy egoístas pues, lo que importa es lo que la otra persona provoca en mí, es adrenalina emocional a la que muchos se pueden volver casi adictos.

Por último está el amor verdadero. El amor real implica decidir amar, y aunque tiene un poco de los dos anteriores, no se basa en sentimentalismos fantásticos ni en atracción superficial; comprende mucho más. Cuando amamos a alguien, nos vemos con esa persona en el futuro, logramos ver lo bueno y lo malo objetivamente, le respetamos y valoramos por lo que es, no por cómo se ve o por lo que nos hace sentir. Amor es ser de bendición para el otro adrede, sin negarme a mí mismo, es amar de la misma manera en que yo me amo, es valorar al otro como yo me valoro y respetar al otro como yo me respeto; reconocer al otro como me gusta ser reconocido y ver al otro como me gusta que me vean a mí.

Veamos 1 Corintios 13:4-7NTV: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.” Este pasaje describe con exactitud el amor perfecto. Posiblemente no creemos poder amar de esta manera pero es nuestro deber acercarnos lo más posible a esta descripción para poder estar seguros o seguras de que lo que sentimos es verdadero amor.

¿Sabías que podemos amar solo en la misma medida que nos amamos a nosotros mismos? Sí, porque si amamos a otros más que a nosotros mismos, esto no sería amor, sería codependencia; y si amamos a otros menos que a nosotros mismos, esto sería narcisismo o egoísmo. Amar no es sinónimo de anularnos ni tampoco de sacar provecho de la otra persona; amar construye la relación pero también hace que cada persona, individualmente, se sienta realizada. Alguien que ama de verdad, apoya a su pareja para que salga adelante, no le estorba ni detiene su desarrollo. En el amor, las palabras son importantes pero si estas no son congruentes con los hechos, no es amor, sino manipulación.

El amor es muy bello pero nunca debemos dejarnos llevar por las emociones románticas para tomar decisiones alocadas y entablar relaciones amorosas a la ligera. Evalúa muy bien lo que sientes, valora si es atracción física, encaprichamiento romántico o verdadero amor lo que estás experimentando; recuerda que el amor no es ciego, al contrario tiene vista 20/20 y todo lo ve, no pasa nada por alto.

Lo que el Amor es y no es (Primera parte)

2 diciembre, 2017 4:48 pm

 

Pastora Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

Es hermoso hablar del amor o de todo lo que es romántico; vivir esos episodios tan maravillosos que escalofrían la piel y hacen que se sientan mariposas en el estómago nos llena una de emoción apabullante. El amor es algo muy bello, pero también muy difícil de identificar, pues suele confundirse en medio de muchas otras emociones que se detonan en el momento en que se está con esa persona especial. Pero, ¿cómo identificamos el amor verdadero?

Bueno, no es tan fácil como lo plantean en las películas o las novelas, es algo aún más complejo. Podemos decir que hay dos aspectos con los que se confunde fácilmente el amor real: uno es la atracción física y el otro es el encaprichamiento romántico.

La atracción física es, obviamente, atracción superficial; se basa en lo que veo y en las pasiones que me despierta esa persona a nivel sexual.

El encaprichamiento romántico es el tipo de “amor” que se basa en sentimientos cambiantes; es decir, un día te gusta mucho esa persona y el otro día ya no tanto, un día estabas loco o loca por él o ella y otro día ya no estás tan seguro, es decir, los sentimientos van y vienen, cambian dependiendo del humor y las circunstancias; el encaprichamiento tiene como prioridad la forma en que nos hace sentir el estar con esa persona especial, no es algo que implique racionalizar mucho la relación y valorar los aspectos importantes de la pareja, son simplemente sentimientos volátiles y en su mayoría muy egoístas pues, lo que importa es lo que la otra persona provoca en mí, es adrenalina emocional a la que muchos se pueden volver casi adictos.

Por último está el amor verdadero. El amor real implica decidir amar, y aunque tiene un poco de los dos anteriores, no se basa en sentimentalismos fantásticos ni en atracción superficial; comprende mucho más. Cuando amamos a alguien, nos vemos con esa persona en el futuro, logramos ver lo bueno y lo malo objetivamente, le respetamos y valoramos por lo que es, no por cómo se ve o por lo que nos hace sentir. Amor es ser de bendición para el otro adrede, sin negarme a mí mismo, es amar de la misma manera en que yo me amo, es valorar al otro como yo me valoro y respetar al otro como yo me respeto; reconocer al otro como me gusta ser reconocido y ver al otro como me gusta que me vean a mí.

Veamos 1 Corintios 13:4-7NTV: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.” Este pasaje describe con exactitud el amor perfecto. Posiblemente no creemos poder amar de esta manera pero es nuestro deber acercarnos lo más posible a esta descripción para poder estar seguros o seguras de que lo que sentimos es verdadero amor.

¿Sabías que podemos amar solo en la misma medida que nos amamos a nosotros mismos? Sí, porque si amamos a otros más que a nosotros mismos, esto no sería amor, sería codependencia; y si amamos a otros menos que a nosotros mismos, esto sería narcisismo o egoísmo. Amar no es sinónimo de anularnos ni tampoco de sacar provecho de la otra persona; amar construye la relación pero también hace que cada persona, individualmente, se sienta realizada. Alguien que ama de verdad, apoya a su pareja para que salga adelante, no le estorba ni detiene su desarrollo. En el amor, las palabras son importantes pero si estas no son congruentes con los hechos, no es amor, sino manipulación.

El amor es muy bello pero nunca debemos dejarnos llevar por las emociones románticas para tomar decisiones alocadas y entablar relaciones amorosas a la ligera. Evalúa muy bien lo que sientes, valora si es atracción física, encaprichamiento romántico o verdadero amor lo que estás experimentando; recuerda que el amor no es ciego, al contrario tiene vista 20/20 y todo lo ve, no pasa nada por alto.

Alina Cordero
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