Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

Nuestra cultura familiar y el entorno social en el que nos desarrollamos, influye tremendamente en nuestras conductas. Muchas veces hacemos cosas que sabemos que no son apropiadas y aun así, seguimos actuando de la misma forma a pesar de que nos prometamos que no lo volveremos a hacer. Algunos ejemplos son agresiones, hablar con ironía o sarcasmo, algunas adicciones, modales inapropiados o falta de ellos, etc.

Tal vez usted ha escuchado sobre casos de personas, que al saber que serían padres, dejaron de fumar o beber alcohol de inmediato; o que un joven, que tenía una conducta sumamente reprochable, al conseguir un empleo importante, dejó de comportarse incorrectamente de la noche a la mañana; incluso de personas que, a empezar a congregarse en alguna iglesia, cambiaron por completo su estilo de vida; todo esto, es posible en parte porque todo patrón conductual negativo puede ser alterado o totalmente cambiado; es cuestión de identificarlo, detenerlo y reemplazarlo.

Ante un patrón de conducta negativo, lo primero que debemos hacer, es notarlo. En ocasiones nosotros lo reconocemos, otras veces, personas cercanas nos lo hacen saber con el afán de que cambiemos, y si somos lo suficientemente humildes, les escucharemos tomando nota. Después, debemos investigar a profundidad qué fue lo que causó dicha conducta: traumas, malas influencias, adicciones, malas experiencias, egocentrismo, amargura, inseguridad, baja autoestima, violencia intrafamiliar, etc. Al haber detectado la fuente del problema, hemos de hacer algo al respecto y acudir a alguien que pueda ayudarnos a salir adelante; por ejemplo, si vemos que nuestro problema es psicológico, visitamos a un profesional en la materia, si es espiritual, buscamos apoyo en esa área, si es adictivo, nos apersonamos a las instituciones pertinentes, si es violencia de género, denunciamos y buscamos quién nos guíe.

Ante lo anterior, debemos estar conscientes de que todo mal patrón de conducta debe ser desaprendido y sustituido por uno que sea propicio y esto lleva tiempo, paciencia y persistencia. Conforme estás en el proceso de cambio de patrones, debes bajar la velocidad de tu vida cotidiana para que así te des el espacio de notar esos pequeños cambios y también poder ver si no está dando resultado lo que haces y así poder corregirte. En algún punto del camino, te darás cuenta de que, vivir ligado a estos patrones, te ha generado culpa o resentimientos, es esencial que, a estas alturas, te perdones y perdones a los demás para así no cargar con pensamientos y sentimientos negativos que a la postre, te harían retroceder. El perdón es un desintoxicador de emociones por excelencia. Por último, examínate constantemente hasta que evidencies que ese patrón ha desaparecido por completo y ha sido sustituido por otro positivo y productivo.

Por más arraigados que estén en ti ciertos patrones de conducta, si tomas la decisión de romperlo, lo harás. Recuerda que nuestras acciones no solo nos afectan a nosotros mismos, involucra también a los que nos rodean, a ellos les heredaremos el ejemplo bueno o malo que les demos y seguirán nuestros pasos para honra o deshonra nuestra. Nunca olvides que tu conducta es tu carta de presentación, la Biblia nos dice: “Aún a los niños se les conoce por su modo de actuar, si su conducta es o no pura y recta.” Proverbios  20:11; ¡Imagínate ahora los adultos! Con más razón se nos demandará un comportamiento correcto y en todo adecuado.

ROMPE LOS PATRONES NOCIVOS

27 junio, 2018 2:58 pm

Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

Nuestra cultura familiar y el entorno social en el que nos desarrollamos, influye tremendamente en nuestras conductas. Muchas veces hacemos cosas que sabemos que no son apropiadas y aun así, seguimos actuando de la misma forma a pesar de que nos prometamos que no lo volveremos a hacer. Algunos ejemplos son agresiones, hablar con ironía o sarcasmo, algunas adicciones, modales inapropiados o falta de ellos, etc.

Tal vez usted ha escuchado sobre casos de personas, que al saber que serían padres, dejaron de fumar o beber alcohol de inmediato; o que un joven, que tenía una conducta sumamente reprochable, al conseguir un empleo importante, dejó de comportarse incorrectamente de la noche a la mañana; incluso de personas que, a empezar a congregarse en alguna iglesia, cambiaron por completo su estilo de vida; todo esto, es posible en parte porque todo patrón conductual negativo puede ser alterado o totalmente cambiado; es cuestión de identificarlo, detenerlo y reemplazarlo.

Ante un patrón de conducta negativo, lo primero que debemos hacer, es notarlo. En ocasiones nosotros lo reconocemos, otras veces, personas cercanas nos lo hacen saber con el afán de que cambiemos, y si somos lo suficientemente humildes, les escucharemos tomando nota. Después, debemos investigar a profundidad qué fue lo que causó dicha conducta: traumas, malas influencias, adicciones, malas experiencias, egocentrismo, amargura, inseguridad, baja autoestima, violencia intrafamiliar, etc. Al haber detectado la fuente del problema, hemos de hacer algo al respecto y acudir a alguien que pueda ayudarnos a salir adelante; por ejemplo, si vemos que nuestro problema es psicológico, visitamos a un profesional en la materia, si es espiritual, buscamos apoyo en esa área, si es adictivo, nos apersonamos a las instituciones pertinentes, si es violencia de género, denunciamos y buscamos quién nos guíe.

Ante lo anterior, debemos estar conscientes de que todo mal patrón de conducta debe ser desaprendido y sustituido por uno que sea propicio y esto lleva tiempo, paciencia y persistencia. Conforme estás en el proceso de cambio de patrones, debes bajar la velocidad de tu vida cotidiana para que así te des el espacio de notar esos pequeños cambios y también poder ver si no está dando resultado lo que haces y así poder corregirte. En algún punto del camino, te darás cuenta de que, vivir ligado a estos patrones, te ha generado culpa o resentimientos, es esencial que, a estas alturas, te perdones y perdones a los demás para así no cargar con pensamientos y sentimientos negativos que a la postre, te harían retroceder. El perdón es un desintoxicador de emociones por excelencia. Por último, examínate constantemente hasta que evidencies que ese patrón ha desaparecido por completo y ha sido sustituido por otro positivo y productivo.

Por más arraigados que estén en ti ciertos patrones de conducta, si tomas la decisión de romperlo, lo harás. Recuerda que nuestras acciones no solo nos afectan a nosotros mismos, involucra también a los que nos rodean, a ellos les heredaremos el ejemplo bueno o malo que les demos y seguirán nuestros pasos para honra o deshonra nuestra. Nunca olvides que tu conducta es tu carta de presentación, la Biblia nos dice: “Aún a los niños se les conoce por su modo de actuar, si su conducta es o no pura y recta.” Proverbios  20:11; ¡Imagínate ahora los adultos! Con más razón se nos demandará un comportamiento correcto y en todo adecuado.

Alina Cordero
Comparte en tus redes sociales:
Categorías Relacionadas: