Miriam Quesada Chavarría

periodicoenlacecr@gmail.com

¡Un día la gente se dio cuenta que se necesitaban entre ellos para sobrevivir!

¿Sería que lo olvidamos?

Aunque se dice que nacemos solos, sin ninguna posesión, y después de interactuar y trabajar mucho en el paso de la vida, morimos  de nuevo solos;  esto no es tan cierto. Desde el inicio de la humanidad, según la tradición religiosa, el hombre se dio cuenta que necesitaba una compañera idónea y Dios creó la mujer.  Luego empezaron los núcleos familiares, las tribus, los pueblos, las naciones, los continentes… cada vez haciendo mayor la interrelación entre los seres humanos, y progresamos en comunidad.

En 1769, un primer conjunto de personas se dio cuenta de que unirse era una solución para mejorar su calidad de vida, y el  movimiento cooperativo inicia el 24 de octubre de 1844 en Inglaterra cuando un grupo de 28 trabajadores (27 hombres y 1 mujer) de la industria textil de la ciudad de Rochdale que se habían quedado sin empleo tras una huelga, constituyeron una empresa que se llamó Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, a la cual aportaron cada uno la cantidad de 28 peniques.

Desde entonces, según el Departamento de Asuntos Económicos de las Naciones Unidas, más de mil millones de personas son miembros de cooperativas y se estima que las cooperativas representan más de 100 millones de empleos en todo el mundo. Las Naciones Unidas valoran el importante papel que desempeñan las cooperativas en el desarrollo social y económico y su contribución a la reducción de la pobreza, la creación de empleo y la integración social. 

En Costa Rica, el movimiento cooperativo se ha extendido por todo el país,  594 cooperativas agrupan a 887 335 asociados, realizan todo tipo de trabajos y ofrecen todo tipo de servicios, desde electrificación, suministro de agua, transporte, producción, comunicación, ahorro y crédito, vivienda, etc.

Cada vez que se rememora la creación de cooperativas exitosas, se debe recordar el apoyo total y abnegado de personas que pusieron su tiempo, su dinero y hasta sus bienes materiales a responder para lograr el éxito de una cooperativa. De cada uno de los asociados que confió en sus dirigentes y pusieron, sin ningún tipo de reservas sus fuerzas y capacidades para desarrollarse y crecer.

Hoy, gracias al cooperativismo, cantones como San Carlos y Pérez Zeledón se ubican en las zonas de mayor desarrollo organizacional de Costa Rica, y con mucho orgullo, zonas donde el emprendimiento y la innovación crean fuentes de empleo y recursos económicos para sus habitantes.  Este espíritu emprendedor, poco a poco se extiende al resto de  Costa Rica. Tal es el caso del aprovechamiento de mucílago de café en la fabricación de una bebida energética, en Pérez Zeledón, la lucha de algunas cooperativas para extraer vinagres, hacer criaderos de pargos, camaroneras, desarrollo turístico, y tantas actividades más que son el sueño de nuevos pioneros que levantan la bandera del cooperativismo como método para organizarse.

Sin embargo, la solidaridad, la transparencia, y la honestidad, principales valores del cooperativismo, hoy no son el fuerte en nuestra sociedad.  Cada día, las cooperativas enfrentan quiebras por mal uso de los recursos, problemas administrativos, que llevan al desinterés de los asociados y al debilitamiento del sector como tal.  ¡El egoísmo, la avaricia, el poder entre otras enfermedades de la humanidad llegaron al movimiento cooperativo costarricense y lo infectaron!

Como cooperativista, creo en el sistema y lucho todos los días por ver crecer al movimiento, y como en todo, me doy cuenta que la única salvación para nuestras cooperativas es volver a los valores que las conformaron y al origen mismo del movimiento: el trabajo en equipo para mejorar la calidad de vida de todos. Admiro todos aquellos que llegan a los altos puestos representativos del movimiento cooperativo y no sucumben ante la corrupción.

La estabilidad del movimiento cooperativo, se establece en cada una de sus bases asociativas. Ser parte de los consejos de administración, de los comités de educación y vigilancia, e involucrarse en la toma de decisiones de cada asamblea, participando de las mismas, será la manera en que cada cooperativista demuestre que cree en su cooperativa, en el sistema y se compromete a ser vigilante en el cumplimiento de los valores que formaron el movimiento.

A las puertas de las sectoriales de nuestro movimiento, pido a Dios que nos guíe en la elección de las personas que van a tomar decisiones; pero, más importante,  apelo a los cooperativistas para que se pongan a derecho y participen en los procesos democráticos de cada organización. 

Opinión: Las cooperativas como parte de la Economía Social Solidaria

5 mayo, 2019 1:19 pm


Miriam Quesada Chavarría

periodicoenlacecr@gmail.com

¡Un día la gente se dio cuenta que se necesitaban entre ellos para sobrevivir!

¿Sería que lo olvidamos?

Aunque se dice que nacemos solos, sin ninguna posesión, y después de interactuar y trabajar mucho en el paso de la vida, morimos  de nuevo solos;  esto no es tan cierto. Desde el inicio de la humanidad, según la tradición religiosa, el hombre se dio cuenta que necesitaba una compañera idónea y Dios creó la mujer.  Luego empezaron los núcleos familiares, las tribus, los pueblos, las naciones, los continentes… cada vez haciendo mayor la interrelación entre los seres humanos, y progresamos en comunidad.

En 1769, un primer conjunto de personas se dio cuenta de que unirse era una solución para mejorar su calidad de vida, y el  movimiento cooperativo inicia el 24 de octubre de 1844 en Inglaterra cuando un grupo de 28 trabajadores (27 hombres y 1 mujer) de la industria textil de la ciudad de Rochdale que se habían quedado sin empleo tras una huelga, constituyeron una empresa que se llamó Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, a la cual aportaron cada uno la cantidad de 28 peniques.

Desde entonces, según el Departamento de Asuntos Económicos de las Naciones Unidas, más de mil millones de personas son miembros de cooperativas y se estima que las cooperativas representan más de 100 millones de empleos en todo el mundo. Las Naciones Unidas valoran el importante papel que desempeñan las cooperativas en el desarrollo social y económico y su contribución a la reducción de la pobreza, la creación de empleo y la integración social. 

En Costa Rica, el movimiento cooperativo se ha extendido por todo el país,  594 cooperativas agrupan a 887 335 asociados, realizan todo tipo de trabajos y ofrecen todo tipo de servicios, desde electrificación, suministro de agua, transporte, producción, comunicación, ahorro y crédito, vivienda, etc.

Cada vez que se rememora la creación de cooperativas exitosas, se debe recordar el apoyo total y abnegado de personas que pusieron su tiempo, su dinero y hasta sus bienes materiales a responder para lograr el éxito de una cooperativa. De cada uno de los asociados que confió en sus dirigentes y pusieron, sin ningún tipo de reservas sus fuerzas y capacidades para desarrollarse y crecer.

Hoy, gracias al cooperativismo, cantones como San Carlos y Pérez Zeledón se ubican en las zonas de mayor desarrollo organizacional de Costa Rica, y con mucho orgullo, zonas donde el emprendimiento y la innovación crean fuentes de empleo y recursos económicos para sus habitantes.  Este espíritu emprendedor, poco a poco se extiende al resto de  Costa Rica. Tal es el caso del aprovechamiento de mucílago de café en la fabricación de una bebida energética, en Pérez Zeledón, la lucha de algunas cooperativas para extraer vinagres, hacer criaderos de pargos, camaroneras, desarrollo turístico, y tantas actividades más que son el sueño de nuevos pioneros que levantan la bandera del cooperativismo como método para organizarse.

Sin embargo, la solidaridad, la transparencia, y la honestidad, principales valores del cooperativismo, hoy no son el fuerte en nuestra sociedad.  Cada día, las cooperativas enfrentan quiebras por mal uso de los recursos, problemas administrativos, que llevan al desinterés de los asociados y al debilitamiento del sector como tal.  ¡El egoísmo, la avaricia, el poder entre otras enfermedades de la humanidad llegaron al movimiento cooperativo costarricense y lo infectaron!

Como cooperativista, creo en el sistema y lucho todos los días por ver crecer al movimiento, y como en todo, me doy cuenta que la única salvación para nuestras cooperativas es volver a los valores que las conformaron y al origen mismo del movimiento: el trabajo en equipo para mejorar la calidad de vida de todos. Admiro todos aquellos que llegan a los altos puestos representativos del movimiento cooperativo y no sucumben ante la corrupción.

La estabilidad del movimiento cooperativo, se establece en cada una de sus bases asociativas. Ser parte de los consejos de administración, de los comités de educación y vigilancia, e involucrarse en la toma de decisiones de cada asamblea, participando de las mismas, será la manera en que cada cooperativista demuestre que cree en su cooperativa, en el sistema y se compromete a ser vigilante en el cumplimiento de los valores que formaron el movimiento.

A las puertas de las sectoriales de nuestro movimiento, pido a Dios que nos guíe en la elección de las personas que van a tomar decisiones; pero, más importante,  apelo a los cooperativistas para que se pongan a derecho y participen en los procesos democráticos de cada organización.