¿Cambio de año o año del cambio? (frase célebre del pastor Hugo Solís González).


Pastora Grethel Quesada Quesada.
Grethelquesdaq@hotmail.com
Hace unos días atrás, viajaba cerca del centro de Tres Ríos y puedo asegurar que nunca había visto tantas personas haciendo ejercicio en diferentes áreas del distrito. Por lo general, uno de los propósitos que muchos hacemos cada año es bajar de peso aunque lamentablemente, en la mayoría de los casos, a finales de diciembre, seguimos igual o peor aún, más rellenitos y al acercarse el 31 del mes doce decimos frustrados: “yo que me lo propuse y no lo conseguí pero el año que viene sí lo haré” y vamos de nuevo.
Lograr un propósito de año nuevo o cualquier meta que sea, requiere no solo de una decisión motivada por la pura emoción del inicio de una nueva temporada; demanda más que eso, necesita de tres ingredientes esenciales: reconocer lo que no está bien, compromiso para cambiar y perseverancia para lograrlo.
Por ejemplo, si decimos que vamos a estudiar un idioma, es necesario que dejemos de vivir confortables y tranquilos sin tener que dedicar horas a estudios elaborados. Luego necesitamos comprometernos con nosotros mismos y con ese idioma que estamos aprendiendo, en el camino, es imperativo que vivamos en perseverancia para no retroceder ni dejar la meta abandonada.
En la biblia encontramos un ejemplo muy marcado sobre una persona que cambió radicalmente. El apóstol Pablo era un asesino, perseguidor de cristianos, experto en rastrear a sus presas para ejecutarlas sin piedad por el hecho de pensar diferente a él en el ámbito religioso (hoy en día a esto se le llama “Cristofobia”). Pablo inicialmente portaba el nombre de Saulo, tuvo una experiencia divina que le hizo cambiar contundentemente su manera de ver las cosas y desde entonces se arrepintió de ser lo que era, se comprometió con el cristianismo y fue perseverante en extenderlo hasta su propia muerte (Hechos 22:6-16; 26:12-18).
De igual manera, si nosotros realmente queremos que nuestra vida cambie no podemos estar simplemente esperando que los días avancen para que el año se termine y empiece otro, es importante que llevemos a cabo estos tres pasos; he aquí algunos ejemplos: si deseamos perder peso reconozcamos que comer mal no es saludable, comprometamos con una buena dieta y ejercicio, y perseveremos hasta alcanzar esa meta.
Si deseamos viajar; dejamos de malgastar el dinero, comprometámonos con el ahorro y perseveremos hasta lograrlo. Si somos amargados e infelices, reconozcamos nuestra condición, arreglemos todas las situaciones de enemistad y rencor que tengamos con otros, comprometamos en guardar nuestro corazón de esos malos sentimientos y pensamientos y perseveremos en ver la vida con gratitud y positivismo cada día. Con todo esto podemos afirmar que cambiar de año no es un gran acontecimiento si nuestro Año Nuevo no lleva consigo cambios relevantes de vida.
Recordemos la ordenanza que el mismo apóstol Pablo escribió en la Biblia para nosotros hoy día: “y renovaos en el espíritu de vuestra mente” Efesios 4:23 RV1960. “y revestido del nuevo (hombre), el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,” Colosenses 3:10.