Tatiana Umaña Tenorio Licenciada en educación

En mi labor como educadora, el observar las interacciones de los niños y niñas dentro de su ambiente educativo es una herramienta fundamental, algo que aplico diariamente; en mi rol de madre han sido muchas las tardes que sin que ellas lo perciban, paso largos ratos mirando a mis hijas jugar. Inevitablemente vuelven a mi memoria los recuerdos de mis juegos de niña, impregnados de una frescura que me permite detallar en mi mente los diálogos, los colores y las emociones que esos momentos me proporcionaban, ahí me identifico plenamente con las sonrisas de mis hijas y mis estudiantes.

Puedo, con mucha propiedad, casi asegurar que para este momento a sus mentes también les visitó algún recuerdo de sus juegos de niños, pero se ha preguntado ¿Qué es lo que hay detrás de esas experiencias de juego que nos hace recordar con fascinación volviendo hacer brillar nuestros ojos?

Federico Froebel un destacado pedagogo alemán del siglo XVIII, quien es considerado el padre de la educación de primera infancia dijo: “El juego es el más alto nivel del desarrollo de un niño. Entrega alegría, libertad, satisfacción, descanso interno, externo y paz con el mundo”

Partiendo de esto encontramos razón en por qué aun siendo adultos descubrimos placentero su recuerdo y toma sentido el gozo de los pequeños jugando. Froebel desarrolló toda una teoría para explicar este mecanismo como una doble vía, donde el niño muestra su mundo interno y a su vez abre su mente, su alma y su cuerpo para recibir todo lo que el entorno tiene para ofrecerle. Jugar es la traducción de vivir para el ser humano durante la niñez, sin juego la vida no se concibe, es una respuesta inmediata del cerebro infantil, es exploración, es construcción, es aprendizaje.

Meditemos en la facilidad que tiene un niño para jugar, en el juego son capaces de darle vida a una piedra, a una rama, a un papel, jugando son los mejores imitadores de nosotros los adultos y son capaces de resolver los dilemas que se presentan en esta dinámica, con mucha más fluidez que cualquiera de nosotros.

La dinámica del juego es indispensable en el desarrollo del niño y la niña, tan vital como comer o dormir, su importancia ha sido plasmada de manera inquebrantable en el Código de la Niñez y Adolescencia como un derecho según el artículo 73 que cita lo siguiente:

“Las personas menores de edad tendrán derecho a jugar y participar en actividades recreativas, deportivas y culturales, que les permitan ocupar provechosamente su tiempo libre y contribuyan a su desarrollo humano integral…”

Desde mi experiencia en la educación he podido comprobar que los niños son capaces de hacer cosas jugando que no harían si los maestros con autoridad los obligáramos y todo lo que se aprende jugando está comprobado científicamente que se retiene, se entiende y se reproduce mejor.

El juego y sus múltiples beneficios en el proceso de desarrollo y aprendizaje humano son tan variados; como maneras de jugar pueda un niño idear, pero a continuación he resumido algunos de sus más valiosos aportes:

  • Cooperan a la transmisión e interiorización de informaciones, actitudes y valores sobre el mundo que les rodea, creando conocimiento y herramientas de cara a su propio futuro en él.
  • Prueban y potencian sus capacidades de pensamiento y sus habilidades de movimiento.
  • Favorece la construcción de habilidades sociales produciendo mejores relaciones con otras personas.
  • Nutre el desarrollo y conocimiento de las emociones propias y las de los demás.
  • Permite construir aprendizajes de manera espontánea y lúdica.
  • Desarrolla la creatividad.
  • Focaliza la atención y concentración.
  • Produce bienestar, calma la ansiedad y el estrés, fortaleciendo el sistema inmune.

Podría escribir uno y otro artículo por meses y quizá no logre por completo plasmar la riqueza que este concepto encierra, pero hoy en día toda esta magia se ve amenazada por la falta de tiempo en los hogares, por la Tablet, las consolas de video juegos o el celular y es mi propósito que al concluir estas letras podamos visualizar el juego como una actividad placentera, pero también formativa y nos preocupemos por dotar a los niños y niñas para jugar; por acondicionar espacios para ello, determinar un tiempo, así como por seleccionar juguetes y materiales que se acomoden a sus necesidades, intereses, niveles de conocimiento, destrezas y desarrollo.  

Si hasta acá no ha saltado a su mente el recuerdo de sus historias de juego, hagamos un alto, le invito a cerrar los ojos y recordar, estoy convencida que en ese placer encontrará el sentido que le permita motivar, impulsar y acompañar a su niño o niña a jugar.

https://es-la.facebook.com/escuelalibretierra/posts/1187259418019930/

Esto es más que un juego

25 agosto, 2020 12:13 pm

Tatiana Umaña Tenorio Licenciada en educación

En mi labor como educadora, el observar las interacciones de los niños y niñas dentro de su ambiente educativo es una herramienta fundamental, algo que aplico diariamente; en mi rol de madre han sido muchas las tardes que sin que ellas lo perciban, paso largos ratos mirando a mis hijas jugar. Inevitablemente vuelven a mi memoria los recuerdos de mis juegos de niña, impregnados de una frescura que me permite detallar en mi mente los diálogos, los colores y las emociones que esos momentos me proporcionaban, ahí me identifico plenamente con las sonrisas de mis hijas y mis estudiantes.

Puedo, con mucha propiedad, casi asegurar que para este momento a sus mentes también les visitó algún recuerdo de sus juegos de niños, pero se ha preguntado ¿Qué es lo que hay detrás de esas experiencias de juego que nos hace recordar con fascinación volviendo hacer brillar nuestros ojos?

Federico Froebel un destacado pedagogo alemán del siglo XVIII, quien es considerado el padre de la educación de primera infancia dijo: “El juego es el más alto nivel del desarrollo de un niño. Entrega alegría, libertad, satisfacción, descanso interno, externo y paz con el mundo”

Partiendo de esto encontramos razón en por qué aun siendo adultos descubrimos placentero su recuerdo y toma sentido el gozo de los pequeños jugando. Froebel desarrolló toda una teoría para explicar este mecanismo como una doble vía, donde el niño muestra su mundo interno y a su vez abre su mente, su alma y su cuerpo para recibir todo lo que el entorno tiene para ofrecerle. Jugar es la traducción de vivir para el ser humano durante la niñez, sin juego la vida no se concibe, es una respuesta inmediata del cerebro infantil, es exploración, es construcción, es aprendizaje.

Meditemos en la facilidad que tiene un niño para jugar, en el juego son capaces de darle vida a una piedra, a una rama, a un papel, jugando son los mejores imitadores de nosotros los adultos y son capaces de resolver los dilemas que se presentan en esta dinámica, con mucha más fluidez que cualquiera de nosotros.

La dinámica del juego es indispensable en el desarrollo del niño y la niña, tan vital como comer o dormir, su importancia ha sido plasmada de manera inquebrantable en el Código de la Niñez y Adolescencia como un derecho según el artículo 73 que cita lo siguiente:

“Las personas menores de edad tendrán derecho a jugar y participar en actividades recreativas, deportivas y culturales, que les permitan ocupar provechosamente su tiempo libre y contribuyan a su desarrollo humano integral…”

Desde mi experiencia en la educación he podido comprobar que los niños son capaces de hacer cosas jugando que no harían si los maestros con autoridad los obligáramos y todo lo que se aprende jugando está comprobado científicamente que se retiene, se entiende y se reproduce mejor.

El juego y sus múltiples beneficios en el proceso de desarrollo y aprendizaje humano son tan variados; como maneras de jugar pueda un niño idear, pero a continuación he resumido algunos de sus más valiosos aportes:

  • Cooperan a la transmisión e interiorización de informaciones, actitudes y valores sobre el mundo que les rodea, creando conocimiento y herramientas de cara a su propio futuro en él.
  • Prueban y potencian sus capacidades de pensamiento y sus habilidades de movimiento.
  • Favorece la construcción de habilidades sociales produciendo mejores relaciones con otras personas.
  • Nutre el desarrollo y conocimiento de las emociones propias y las de los demás.
  • Permite construir aprendizajes de manera espontánea y lúdica.
  • Desarrolla la creatividad.
  • Focaliza la atención y concentración.
  • Produce bienestar, calma la ansiedad y el estrés, fortaleciendo el sistema inmune.

Podría escribir uno y otro artículo por meses y quizá no logre por completo plasmar la riqueza que este concepto encierra, pero hoy en día toda esta magia se ve amenazada por la falta de tiempo en los hogares, por la Tablet, las consolas de video juegos o el celular y es mi propósito que al concluir estas letras podamos visualizar el juego como una actividad placentera, pero también formativa y nos preocupemos por dotar a los niños y niñas para jugar; por acondicionar espacios para ello, determinar un tiempo, así como por seleccionar juguetes y materiales que se acomoden a sus necesidades, intereses, niveles de conocimiento, destrezas y desarrollo.  

Si hasta acá no ha saltado a su mente el recuerdo de sus historias de juego, hagamos un alto, le invito a cerrar los ojos y recordar, estoy convencida que en ese placer encontrará el sentido que le permita motivar, impulsar y acompañar a su niño o niña a jugar.

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