Pastora Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

 

La Biblia habla de un hombre íntegro y bueno que sufrió terribles pruebas; sus hijos murieron, sus bienes le fueron arrebatados, enfermó de muerte… Todos sus afectos y bienes materiales se esfumaron de la noche a la mañana. Para empeorar las cosas, sus “amigos” lo culpaban de todo esto y su esposa, en lugar de alentarlo, lo hostigaba para que dejara de lado su integridad y muriera.

Se dice que esta prueba duró cerca de nueve meses, sin embargo, ante todo lo anterior, para este hombre, debe haber sido una aterradora eternidad.

Lo más curioso es que, en la Biblia, en el libro de Job capítulo 3, versículo 25 según la Nueva Traducción Viviente, el protagonista de esta historia dijo: “Lo que yo siempre había temido me ocurrió, se hizo realidad lo que me horrorizaba”.

Así como Job, existen muchas personas en el mundo que viven a la expectativa, pero no de lo bueno que les vaya a pasar, sino atemorizados por lo malo que pueda llegar a sucederles, aún más en este momento crítico e histórico que conlleva tanta incertidumbre con la pandemia mundial. Las personas atemorizadas llegan a subordinar su vida cotidiana al miedo, es decir, dejan de tener una buena calidad de vida emocional, psicológica y social por estar constantemente concentrados en los terrores que les aquejan.

Debemos entender que el temor está en nuestra mente, es decir, no es un ente real, no vive ni respira, es tan solo uno o varios argumentos creados y mantenidos en nuestros pensamientos que nos llegan a paralizar.

Uno de los más grandes es el temor a la muerte. Sabemos que todos moriremos, también sabemos que no será una experiencia agradable, pero lo que no sabemos es cuándo, cómo ni dónde será; entonces, ¿Para qué perder el tiempo, la paz, la libertad y las energías pensando continuamente en esto? La muerte es algo que como humanos no podemos controlar y vivir aterrorizados pensado en esto, no hará que cambie, simplemente es parte de nuestra humanidad, algún día tendrá que pasar.

Otros temores son suscitados por experiencias pasadas traumáticas tales como asaltos, violaciones, abandonos, accidentes, fracasos, malas relaciones, etc; pero de igual manera, no podemos pasar el tiempo pensando que esto volverá a acontecer; si hacemos esto, estaremos amarrados voluntariamente al pasado y constantemente le cerraremos la puerta a toda oportunidad futura por temor a experimentar lo mismo, en el área que sea. Una vez más: no podemos controlar el futuro así que ¿Para qué dejar que se nos vaya la vida por el desagüe solo porque tenemos miedo?

Para vencer eso que te espanta, debes decidir destruir todos esos argumentos que tienes en la cabeza que te infringen temor. Empieza a sustituirlos por pensamientos positivos. Deja de darle tanta importancia a esos recuerdos que te aterran y sustitúyelos recordando hermosas vivencias. Convéncete de que la vida te sonreirá si tú le sonríes a ella y empieza a edificar un presente lejos del temor. He aconsejado a varias personas que sufrían ataques de pánico severos y por lo general, éstos habían sido generados por un temor sin fundamento real (temor a caer mal, a que se le diga que no, al rechazo…) o por una posible circunstancia futura no conocida ni controlable (la muerte, el abandono, el fracaso…). Afortunadamente, estas personas han logrado superar sus temores y llevan una vida normal.

Quitale a tus pensamientos el poder que tienen sobre ti y disfruta la vida en paz; no olvides que la mayor parte de tus temores nunca se cumplirán y si alguno de ellos llega a realizarse, créeme, sabrás que hacer en ese preciso momento, no sufras más por adelantado. Llegará el momento en que: “Tendrás confianza porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro. Te acostarás, y no habrá quien te espante, y muchos suplicarán tu favor” Job 11:18-19 RVR1960. De una vez por todas, enfrenta con fiereza a ese que te espanta, no le permitas controlarte más.

ENFRENTA AL QUE TE ESPANTA

29 abril, 2020 8:54 am

 

Pastora Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

 

La Biblia habla de un hombre íntegro y bueno que sufrió terribles pruebas; sus hijos murieron, sus bienes le fueron arrebatados, enfermó de muerte… Todos sus afectos y bienes materiales se esfumaron de la noche a la mañana. Para empeorar las cosas, sus “amigos” lo culpaban de todo esto y su esposa, en lugar de alentarlo, lo hostigaba para que dejara de lado su integridad y muriera.

Se dice que esta prueba duró cerca de nueve meses, sin embargo, ante todo lo anterior, para este hombre, debe haber sido una aterradora eternidad.

Lo más curioso es que, en la Biblia, en el libro de Job capítulo 3, versículo 25 según la Nueva Traducción Viviente, el protagonista de esta historia dijo: “Lo que yo siempre había temido me ocurrió, se hizo realidad lo que me horrorizaba”.

Así como Job, existen muchas personas en el mundo que viven a la expectativa, pero no de lo bueno que les vaya a pasar, sino atemorizados por lo malo que pueda llegar a sucederles, aún más en este momento crítico e histórico que conlleva tanta incertidumbre con la pandemia mundial. Las personas atemorizadas llegan a subordinar su vida cotidiana al miedo, es decir, dejan de tener una buena calidad de vida emocional, psicológica y social por estar constantemente concentrados en los terrores que les aquejan.

Debemos entender que el temor está en nuestra mente, es decir, no es un ente real, no vive ni respira, es tan solo uno o varios argumentos creados y mantenidos en nuestros pensamientos que nos llegan a paralizar.

Uno de los más grandes es el temor a la muerte. Sabemos que todos moriremos, también sabemos que no será una experiencia agradable, pero lo que no sabemos es cuándo, cómo ni dónde será; entonces, ¿Para qué perder el tiempo, la paz, la libertad y las energías pensando continuamente en esto? La muerte es algo que como humanos no podemos controlar y vivir aterrorizados pensado en esto, no hará que cambie, simplemente es parte de nuestra humanidad, algún día tendrá que pasar.

Otros temores son suscitados por experiencias pasadas traumáticas tales como asaltos, violaciones, abandonos, accidentes, fracasos, malas relaciones, etc; pero de igual manera, no podemos pasar el tiempo pensando que esto volverá a acontecer; si hacemos esto, estaremos amarrados voluntariamente al pasado y constantemente le cerraremos la puerta a toda oportunidad futura por temor a experimentar lo mismo, en el área que sea. Una vez más: no podemos controlar el futuro así que ¿Para qué dejar que se nos vaya la vida por el desagüe solo porque tenemos miedo?

Para vencer eso que te espanta, debes decidir destruir todos esos argumentos que tienes en la cabeza que te infringen temor. Empieza a sustituirlos por pensamientos positivos. Deja de darle tanta importancia a esos recuerdos que te aterran y sustitúyelos recordando hermosas vivencias. Convéncete de que la vida te sonreirá si tú le sonríes a ella y empieza a edificar un presente lejos del temor. He aconsejado a varias personas que sufrían ataques de pánico severos y por lo general, éstos habían sido generados por un temor sin fundamento real (temor a caer mal, a que se le diga que no, al rechazo…) o por una posible circunstancia futura no conocida ni controlable (la muerte, el abandono, el fracaso…). Afortunadamente, estas personas han logrado superar sus temores y llevan una vida normal.

Quitale a tus pensamientos el poder que tienen sobre ti y disfruta la vida en paz; no olvides que la mayor parte de tus temores nunca se cumplirán y si alguno de ellos llega a realizarse, créeme, sabrás que hacer en ese preciso momento, no sufras más por adelantado. Llegará el momento en que: “Tendrás confianza porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro. Te acostarás, y no habrá quien te espante, y muchos suplicarán tu favor” Job 11:18-19 RVR1960. De una vez por todas, enfrenta con fiereza a ese que te espanta, no le permitas controlarte más.