Por Jack Ewing y Andrea Herrera

 

El año 1990 fue el inicio del proyecto del Corredor Biológico Paso de la Danta (CBPD) y a la vez de la educación ambiental en la zona sur. La organización Asociación Amigos de la Naturaleza del Pacífico Central y Sur (ASANA) no contó con recursos económicos, pero todos los miembros teníamos una pasión para proteger la naturaleza y reconocíamos la importancia de educar a los niños y jóvenes sobre el medio ambiente y la necesidad de protegerlo. Varios miembros ofrecieron visitar algunas escuelas de la zona para hacer charlas sobre diferentes temas tales como: la vida silvestre, el bosque húmedo tropical, y las tortugas marinas.

La Escuela de Barú era muy pequeña en ese entonces. Un solo profesor se encargó de 27 estudiantes, de primero a sexto grado, todos en una misma aula. Mi primera charla ambientalista fue en esa escuela. Les enseñé dibujos y fotos de las tortugas marinas y hablé de las muchas amenazas que enfrentaban, especialmente la de los humanos.

Les conté que debido a la gran cantidad de gente que andaba en la playa en busca de los huevos, había mucho menos tortugas que en el pasado y que había un verdadero peligro de que en el futuro desaparecieran de nuestras playas. Mostré fotos del vivero de tortugas de ASANA donde voluntarios buscaban los huevos en la playa, los llevaban al vivero para enterrar en una forma similar a como la tortuga los deja en la playa.

También les mostré fotos de los neo-natos saliendo de los nidos después de aproximadamente 50 días de incubación. Al final les pedí el favor de hablar con sus padres y decirles que si iban a “tortuguear”, que por favor donaran por lo menos la mitad de cada nido al vivero para garantizar el futuro de la especie.

Los estudiantes se portaron bien e hicieron varias preguntas. La clase decidió hacer una excursión a visitar el vivero y caminar por la playa de noche en busca de una tortuga.

El profesor al final tomo la palabra y dijo a la clase que no tomaran muy en serio lo que yo había dicho sobre la donación de huevos al vivero. “Si su padre encuentra un montón de huevos, digo mas de mil, podría donar unos pocos al vivero” dijo.

Como una semana después realizamos la caminata en la playa y tuvimos suerte. Encontramos una tortuga y la observamos hacer un hueco en la arena y desovar alrededor de 100 huevos. Cuando los enterramos en el vivero, pensé que el profesor iba a llorar. – Que

lástima, pero que lástima perder esos huevos -, dijo. Afortunadamente los profesores de las demás escuelas simpatizaban con el tema y en vez de contradecir el voluntario de ASANA, fortalecieron las ideas ambientalistas.

En el año 1997 los gobiernos de México, los países Centroamericanos y Panamá firmaron el convenio del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), lo cual pretendía crear y proteger un corredor de hábitats naturales de tal manera que un jaguar podría caminar desde México hasta el canal de Panamá sin salir del bosque tropical. Por primera vez en la vida aparecieron organizaciones de cooperación internacional dispuestos a financiar a ONGs ambientales para proyectos, inclusive la educación ambiental. Ya con recursos financieros disponibles mejoraron los materiales didácticos, la capacidad de los voluntarios que visitaban las escuelas y colegios, y aumentaron la cantidad de visitas.

23 años después ASANA continua con el programa de educación ambiental, con innovaciones y ajustándose a los retos que nos presentó la emergencia nacional por la pandemia. Nos hemos extendido más allá del Paso de la Danta y con una visión temática más profunda. Siempre con la bandera de la conservación de los recursos naturales y el desarrollo sostenible de las comunidades.

Creamos en el año 2020, junto con otras organizaciones ambientales, 2 programas de educación ambiental virtuales o remotos llamados Salva Dantas y CONUBI (Conociendo Nuestra Biodiversidad), donde abarcamos temas como conocer nuestro entorno, aprender sobre las dantas, dar los primeros pasos en el conocimiento de las aves silvestres, ser consumidores más responsables y la importancia del buen manejo de las cuencas y como eso repercute en la calidad y cantidad de agua disponible para todos los seres vivos en el planeta.

Todo el contenido temático está en vídeos y las actividades las realizan en sus hogares siguiendo las instrucciones del material didáctico que le hacemos llegar a cada niño y niña que se ha inscrito en estos programas, además de apoyar desde chats de whatsapp a los padres, niños y niñas.

Todo el material fue diseñado y pensado para facilitar el proceso de aprendizaje en casa mediante técnicas de exploración, observación y arte. Aprender haciendo.

Nuestro compromiso es con el planeta y dar herramientas a los niños y niñas para ser verdaderos defensores de la conservación.

Para acceder al material audiovisual pueden ingresar al canal de you tube del Área de Conservación La Amistad Pacífico o escribanos al correo info@asanacr.org.

LA EVOLUCIÓN DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN LA ZONA SUR

3 febrero, 2021 2:25 pm

Por Jack Ewing y Andrea Herrera

 

El año 1990 fue el inicio del proyecto del Corredor Biológico Paso de la Danta (CBPD) y a la vez de la educación ambiental en la zona sur. La organización Asociación Amigos de la Naturaleza del Pacífico Central y Sur (ASANA) no contó con recursos económicos, pero todos los miembros teníamos una pasión para proteger la naturaleza y reconocíamos la importancia de educar a los niños y jóvenes sobre el medio ambiente y la necesidad de protegerlo. Varios miembros ofrecieron visitar algunas escuelas de la zona para hacer charlas sobre diferentes temas tales como: la vida silvestre, el bosque húmedo tropical, y las tortugas marinas.

La Escuela de Barú era muy pequeña en ese entonces. Un solo profesor se encargó de 27 estudiantes, de primero a sexto grado, todos en una misma aula. Mi primera charla ambientalista fue en esa escuela. Les enseñé dibujos y fotos de las tortugas marinas y hablé de las muchas amenazas que enfrentaban, especialmente la de los humanos.

Les conté que debido a la gran cantidad de gente que andaba en la playa en busca de los huevos, había mucho menos tortugas que en el pasado y que había un verdadero peligro de que en el futuro desaparecieran de nuestras playas. Mostré fotos del vivero de tortugas de ASANA donde voluntarios buscaban los huevos en la playa, los llevaban al vivero para enterrar en una forma similar a como la tortuga los deja en la playa.

También les mostré fotos de los neo-natos saliendo de los nidos después de aproximadamente 50 días de incubación. Al final les pedí el favor de hablar con sus padres y decirles que si iban a “tortuguear”, que por favor donaran por lo menos la mitad de cada nido al vivero para garantizar el futuro de la especie.

Los estudiantes se portaron bien e hicieron varias preguntas. La clase decidió hacer una excursión a visitar el vivero y caminar por la playa de noche en busca de una tortuga.

El profesor al final tomo la palabra y dijo a la clase que no tomaran muy en serio lo que yo había dicho sobre la donación de huevos al vivero. “Si su padre encuentra un montón de huevos, digo mas de mil, podría donar unos pocos al vivero” dijo.

Como una semana después realizamos la caminata en la playa y tuvimos suerte. Encontramos una tortuga y la observamos hacer un hueco en la arena y desovar alrededor de 100 huevos. Cuando los enterramos en el vivero, pensé que el profesor iba a llorar. – Que

lástima, pero que lástima perder esos huevos -, dijo. Afortunadamente los profesores de las demás escuelas simpatizaban con el tema y en vez de contradecir el voluntario de ASANA, fortalecieron las ideas ambientalistas.

En el año 1997 los gobiernos de México, los países Centroamericanos y Panamá firmaron el convenio del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), lo cual pretendía crear y proteger un corredor de hábitats naturales de tal manera que un jaguar podría caminar desde México hasta el canal de Panamá sin salir del bosque tropical. Por primera vez en la vida aparecieron organizaciones de cooperación internacional dispuestos a financiar a ONGs ambientales para proyectos, inclusive la educación ambiental. Ya con recursos financieros disponibles mejoraron los materiales didácticos, la capacidad de los voluntarios que visitaban las escuelas y colegios, y aumentaron la cantidad de visitas.

23 años después ASANA continua con el programa de educación ambiental, con innovaciones y ajustándose a los retos que nos presentó la emergencia nacional por la pandemia. Nos hemos extendido más allá del Paso de la Danta y con una visión temática más profunda. Siempre con la bandera de la conservación de los recursos naturales y el desarrollo sostenible de las comunidades.

Creamos en el año 2020, junto con otras organizaciones ambientales, 2 programas de educación ambiental virtuales o remotos llamados Salva Dantas y CONUBI (Conociendo Nuestra Biodiversidad), donde abarcamos temas como conocer nuestro entorno, aprender sobre las dantas, dar los primeros pasos en el conocimiento de las aves silvestres, ser consumidores más responsables y la importancia del buen manejo de las cuencas y como eso repercute en la calidad y cantidad de agua disponible para todos los seres vivos en el planeta.

Todo el contenido temático está en vídeos y las actividades las realizan en sus hogares siguiendo las instrucciones del material didáctico que le hacemos llegar a cada niño y niña que se ha inscrito en estos programas, además de apoyar desde chats de whatsapp a los padres, niños y niñas.

Todo el material fue diseñado y pensado para facilitar el proceso de aprendizaje en casa mediante técnicas de exploración, observación y arte. Aprender haciendo.

Nuestro compromiso es con el planeta y dar herramientas a los niños y niñas para ser verdaderos defensores de la conservación.

Para acceder al material audiovisual pueden ingresar al canal de you tube del Área de Conservación La Amistad Pacífico o escribanos al correo info@asanacr.org.