La Muchacha de la Tienda la Grandeza

Escrito por Selene Jiménez Valverde.
En San Isidro existían pocas tiendas tan surtidas como La Grandeza, ahí sí que había de todo y siempre estaban las cosas más modernas del Valle del General. Fue la primera en traer perfumes de spray y las sedas más coloridas de la moda europea. Esta tienda tenía tres grandes puertas de entrada y mucho personal, ahí trabajaban las muchachas más modernas, que estudiaban y trabajaban.
Un par de veces al mes Rafel bajaba del pueblo a San Isidro y entraba por la puerta frente al parque, en la puerta de la esquina siempre estaba la muchacha que le robaba los suspiros, era una muchacha muy bien vestida, con un cabello claro que a veces andaba suelto y otras recogido en una trenza que cae sobre su pecho o espalda. Él la miraba de lejos, de perfil sus pestañas largas adornaban sus bellos ojos que se perdían en la calle esperando clientes para atender.
Rafel caminaba por los pasillos de la tienda perseguido por las dependientas, en los dos meses de visita ya había comprado medias, pañuelos, paños y hasta un perfume Lomani carísimo que guardaba para la primera cita. Sus ojos no se despegaban de la muchacha aunque otra más linda lo atendiera. Salía por la tercera puerta, esta vez con un calzoncillo Olimpo Crown azul que lo ruborizaba. Nunca salía por la puerta de ella, era demasiado tímido.
En su casa tenía guardadas todas las cosas que compraba mientras suspiraba por aquella muchacha. Se imaginaba muchas veces llegando a la segunda puerta esquinera y hablando con ella, le diría su nombre, escucharía el de ella y la invitaría a salir. En ese momento la diversión era ir al Cine Fallas o al Cine Paulina a ver una película, estaban dando Peter Pan y esa le podría gustar. Decidió que la próxima vez la invitaría.
Al fin tocó ir a San Isidro, hizo presuroso todos los mandados para tener suficiente tiempo, oloroso a perfume tres veces caminó y en media calle se devolvió a practicar la invitación. Suspiró profundo y agarró fuerza. Entró por la primera puerta, la de siempre, y caminó directo hacia la otra puerta sacudiéndose dos vendedoras en el camino, llegó a la puerta y ella no estaba. Volvió a meterse en la tienda y tomándolas de los hombros revisó el rostro de cada una de las muchachas, ningunos eran sus ojos. Cayó de rodillas y empezó a llorar.
El dueño de la tienda se acercó a la defensiva ¿Quién era ese loco que sacudía a las muchachas? Una muchacha ya iba en rumbo a la comisaría mientras aquel muchacho de rodillas seguía llorando. Rafel gritaba: ¿Dónde está ella?
Una de las chicas preguntó con voz tímida: _¿A quién buscas?
_A ella, la muchacha de aquella puerta-dijo, señalando la esquina- Ella siempre está ahí, es de pelo claro, la más bonita de todas. Hoy la iba a invitar al cine.
A la chica se le partió el alma _Cálmese, lo voy a llevar con ella –le dijo. Lo tomó del brazo para que se levantara y lo llevó al fondo de la tienda, ahí estaba ella, un maniquí a medio vestir.
Rafel abrió los ojos con cara incrédula, la miró de frente, nunca lo había hecho, era tan hermosa con su cabello claro. Estiró su mano, tomó la suya y la invitó al cine.
En la matiné tuvieron la primera cita de sus vidas, juntos vieron Peter Pan y les gustó mucho. El dueño de la tienda le dio permiso a la muchacha para ir al cine, con la condición que a la salida pasara a dejarla nuevamente a su trabajo. Y así lo hizo.
Aquella noche la policía llegó a la tienda, una de las ventanas estaba rota desde adentro, y solo faltaban unas sábanas, un par de vestidos, un labial y un maniquí, de todo el inventario.
Rafel no volvió a venir por La Tienda La Grandeza.
FIN
Sobre la autora: Selene Jiménez Valverde es artista, gestora cultural y de proyectos, nacida en Rio Nuevo, criada en Rivas y residente de Pedregoso se considera una generaleña de cepa. Trabaja en diferentes campos de la cultura y el arte de la Región Brunca. Las letras le vienen de familia donde siempre ha habido libros al alcance de los niños y ejemplos de lectores y escritores. Aunque su género favorito es el terror psicológico, ama escribir o recopilar historias costumbristas especialmente con referencias a lugares conocidos e históricos.