Mea Culpa


Lic. José Miguel Bolaños Villalobos Artista visual y Docente
En mi experiencia personal, una de las cosas con las que he tenido que aprender a caminar en esta vida es con la culpa. Desde niño y hasta el sol de hoy, cuando hago algo que no debo, inmediatamente una voz en mi interior me lo indica. La culpa ha sido una compañera frecuente en mi vida y por lo que he aprendido de ella, espero cuando sea necesario, que me siga visitando.
Usted probablemente, ya se dijo riendo: definitivamente, este, necesita un psicólogo o un cura, o un pastor ¡O los tres!
Es que he aprendido que la culpa me es útil justo en el instante en que me sensibiliza sobre mis errores. ¡Ay de mí si la culpa no me sensibilizara! No me sentiría responsable por mis actos, y aún menos, con la necesidad de pedir perdón a quien deba por ellos, o mucho menos, con la necesidad de rectificar mis pasos, porque si no sintiera culpa en algún momento, no tendría nada qué corregir, nada qué mejorar, nada qué aprender ¡Qué fatal y qué desgracia!
Por eso, he aprendido a pedir perdón a Dios (pues he creído en Él y en su perdón), así como a las personas a quienes he afectado negativamente. Eso me da paz y me ayuda a caminar más ligero. Y es que lo segundo que he aprendido sobre la culpa, es que una vez que la he sentido y me he arrepentido, ¿para qué más me sirve? ¡Para nada! pues si dejo que me siga acusando, he llegado a entender que ella se vuelve un lastre pesado que me impide avanzar con libertad…
En esa instancia aprender a perdonarme ha sido otra lección que he debido cursar, y sigo cursando, porque aunque trate de hacerlo menos, sé que seguiré fallando en muchas cosas, y espero que la culpa me sirva para reconocerlo y rectificar, entendiendo que a partir de ahí, el sentir culpa ya no me aporta ningún beneficio adicional: Ha llegado el momento de desecharla, y seguir.
Como abrí diciendo, esta es mi experiencia personal, pero le pregunto: ¿Con esto de la culpa, le pasa a usted igual que a mí? ¿O cuál es su experiencia?