Osa fortalece su cultura rememorando los aportes del Río Térraba a sus habitantes.

Miriam Quesada Chavarría
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Según Wikipedia, el río Térraba es la cuenca hidrográfica más grande de Costa Rica, y su extensión es de 5.085 km². La población ubicada en el valle de este río se divide en 27 distritos y son aproximadamente 337.325 habitantes según el censo del 2002. A las orillas de este río se han desarrollado actividades económicas que permitieron y permiten fuentes de ingresos para los habitantes de distritos de Buenos Aires y Osa.
Gracias al paso del Río Térraba, la zona sur está llena de cultura y tradiciones. El repunte del espíritu cultural, ha permitido que las comunidades ubicadas en sus márgenes, valoren las tradiciones y hoy, estas tradiciones sean parte de la fuerza emprendedora de la zona. Pasear en bote a canalete, ir de pesca, acampar en la rivera o nadar un rato para aminorar el intenso calor son algunas de las tradiciones que se rescatan en el Festival del Canalete que se celebra en el mes de marzo, en Ciudad Cortés desde el año 2000, gracias a los esfuerzos de la organización Canalete. Esta actividad fortalece la identidad cultural y promueve estilos de vida sostenibles ambientalmente.
El Festival del Canalete promueve actividades como torneos de pesca en diversos sectores del Río Térraba, exhibición y venta de productos artesanales, competencias de botes a canaletes, paseos por el río Térraba en panga, venta de comidas tradicionales, torneos de fútbol, ciclismo, etc.
LOS BORUCAS SON BUENOS NAVEGANTES
Uriel Rojas Rojas
Existen algunos documentos históricos que destacan la habilidad que desde siempre han tenido los indígenas borucas para enfrentar la navegación, la natación y el buceo.
A principios del siglo XVIII, una canoa que se encontraba en el puerto de Caldera, fue descrita de la siguiente manera: “…de once varas y medio de largo y 5 palpos de boca, con remos, timón, once bancos elevados, vela, machetes y todo lo demás que le concierne” (Fonseca et al 2001: 230).
Para la misma época se menciona la importancia de estas embarcaciones en el teñido del algodón: “Para teñir el hilo de algodón, los indígenas se veían obligados a desplazarse hasta las playas, y de ahí dirigirse, en canoas, hacia los peñascos e islas donde se concentraban los moluscos utilizados para esa tarea… una vez en el sitio, tenían que nadar hasta los peñascos, mientras llevaban en la cabeza una carga de hilo de algodón.” (Fonseca et al 2001: 275).
Dentro de la historia “Los tesoros de la Isla del Caño” narrado por don Espíritu Santo Maroto se menciona la construcción de botes según los antiguos borucas: “Las personas de aquel tiempo iban allí (Isla del Caño) montadas en balsas, pues no tenían botes. Para construirlas buscaban los balsos más grandes. Los derribaban y los cortaban en tucas de doce a quince varas de longitud. Luego arrimaban ocho de ellas y las amarraban con bejucos. Hacían clavos de pejibaye, del tamaño apropiado para los troncos de la balsa: de una cuarta de largo, y con ellos terminaban de unirlos. Después ponían las velas que hacían con hilos de algodón trenzados. Sobre aquella embarcación grande hacían una casita con hojas de cocotero. En ella llevaban provisiones y su cocinera, una moza muy fuerte. De este modo llegaban adonde se les antojaba.” (Constenla 1979: 91-93).
Para finales de la década de los sesentas Bozzoli (1969:28) menciona que se conservan canoas y botes para el transporte y la pesca, la cual se realizaba con anzuelos y engañadores comerciales.
Todavía para mediados de la década de los 80s se utilizaba para cruzar ríos en la región, botes de madera (Bozzoli 1986: 63).
Esta costumbre aún se observa en algunas familias borucas que habitan las cercanías del río grande, en poblados como Rey Curré, Las Vegas, Lagarto, Cajón, Guácimo y Caña Blancal, entre otros.
Las fotografías corresponden al Festival del Canalete 2019, cortesía de Ricardo Araya Rojas, fotógrafo independiente. En sus giras da a conocer las actividades culturales que resaltan costumbres y tradiciones ancestrales. |