Escribe Luis Enrique Arce N.

(Escritor y educador, Premio Nacional de Educación)

Esta pareja de generaleños se conoce en Santa Rosa del distrito Río Nuevo. Él de Providencia de Páramo, ella de San Antonio del mismo Río Nuevo. Don Elio nacido (1932) en Pérez Zeledón, es descendiente de la familia Barrantes Vargas. Don Patrocinio Barrantes Vargas (su abuelo)  es de los principales líderes colonizadores de San Isidro de El General, aunque, en ese tiempo, de nombre Ureña. Don Patro… siempre cree en San Isidro de El General, pueblo devoto del santo agricultor madrileño, Isidro Labrador.

En relación con su ascendencia, don Elio es hijo de Rubén Zúñiga López y su madre Josefa Barrantes Blanco. Doña Betty, hija de Elías Arias Esquivel y de Cervanda Castro Quirós. Esta familia migra a Pérez Zeledón proveniente  de Guaitil del cantón de Acosta donde nace en 1939. Su familia ingresa a tierras generaleñas en avión, cuando doña Betty tiene seis  años de edad.  Su noviazgo es de  seis meses y, casa con don Elio el 2 de agosto de 1958, cuando su edad es de diecinueve años.  El cura de matrimonio es el recordado amigo del pueblo, Álvaro Coto Orozco, que los casa a las seis de la mañana.  Este matrimonio cumplirá  62 años en agosto 2020.

Siempre apegados a las actividades agrícolas. Se coincide con Iván Molina (Costarricense por dicha. Editorial UCR, 2003. P.83.) de que “La Costa Rica de mediados del siglo XX era esencialmente rural: el 66.5 por ciento de la población vivía en el campo y, en términos ocupacionales, el 55 por ciento de varones y mujeres económicamente activos, laboraban en el sector primario, sobre todo en la agricultura. La vida cotidiana era  definitivamente local…”  La agricultura de granos básicos, caña de azúcar y el café, más la crianza de animales, dan a la familia Zúñiga Arias, el contrafuerte económico, tal que se hace posible el modelo de vida sostenible que han llevado.  En aquellos años agrícolas del cantón, se vive anclado a la tierra, dependiendo básicamente de  productos agrícolas.

La vida de este matrimonio, como ejemplo en la comunidad, se ha destacado por servicio desinteresado al prójimo y entrega a sus actividades religiosas con las que dan testimonio cotidiano de unión y perseverancia, testimonio de ello lo dan en el pueblo donde siempre han sido vecinos estimados.  Dice doña Betty que el día que no reza el rosario, no puede dormir, y lo hace hasta que termine de rezar, su esposo desde siempre la acompaña. 

Seis varones y siete mujeres conforman la descendencia de este matrimonio. Al momento todos los hijos e hijas están vivos y trabajando. Notable la visión de estos progenitores de no impedir a sus hijos e hijas la formación educativa.  Después de los estudios primarios,  continúan estudios de secundaria en el Liceo Unesco y en el Liceo Nocturno de San Isidro de El General. Posterior a secundaria, ingresan a distintas universidades, con el resultado profesional de hijas e hijos (siete) docentes, más Pedro que es doctor especialista en pediatría,  labora en el Hospital Nacional de Niños. Mercedes (hija) reside en USA donde se desempeña en actividades profesionales de salud pública, labores que realiza para el gobierno en el Estado donde vive. En esta familia, quien no quiso estudiar, se le respetó la decisión, quedando las labores agrícolas en las distintas fincas familiares. Sus 13 hijos, 35 nietos y 11 bisnietos, disfrutan de sus progenitores y los protegen como debe ser: con cariño y protección  como lo requieren.  

El espíritu conservador de este matrimonio es ejemplo comunal. Vecinos y amigos acuden sin necesidad de invitación al rosario del niño, el 25 de diciembre, lo mismo el 2 de agosto que se reúnen familiares y amigos a la conmemoración del cumpleaños matrimonial y a la Virgen de Los Ángeles. Lo hacen con rosario y otras ceremonias religiosos que se disfrutan en lo espiritual y social.  Establecida la tradición, no es necesario invitar, ya el pueblo sabe, lo importante es llegar a compartir. “Nosotros somos seguidores oyentes de Radio Sinaí, sobre todo de los programas religiosos, todos los días a las 10 de la mañana, el estudio del Evangelio y a las tres de la tarde, La Coronilla”.

Cuando se da la Guerra Civil del 48, don Elio tiene dieciséis años y ella, casi los diez. De ese acontecimiento recuerdan con facilidad, doña Betty: “nos daba mucho miedo escuchar las bombas que estallaban en el suelo, desde aviones las tiraban y, nosotros reunidos en familia, lo que  hacíamos era llorar y rezar para que no nos cayeran encima, vivíamos en Pedregoso. Yo conocí al hijo del Jefe Político que mataron en esa guerra, vivía ahí en Pedregoso, era un  muchacho”. Por su parte, don Elio tiene presente en sus recuerdos que lo mandaban a caballo a dejar verduras para la alimentación de los que estaban peleando en esa guerra.  “Yo llevé cargas de plátanos, yuca y otras verduras para los figueristas, ahí en San Isidro dejábamos la carga en una bodega. Como todas las guerras, terrible. Pude ver la fosa grande donde echaron a los muertos para quemarlos y luego, ahí mismo sepultarlos; aquello fue terrible, yo no quiero para nada las guerras”. 

En tiempo de sus vidas activa, don Elio y doña Betty no participan directamente en las organizaciones comunales, en juntas directivas escolares u otras, sin embargo se caracterizan por ser colaboradores indirectos en las gestiones comunales. De sus hijos en el desarrollo comunal destaca Heriberto quien da casi 25 años al servicio del Centro de Educación y Nutrición (CEN), también trabaja con el  Consejo de Evangelización de la parroquia, grupo por el que se ocupa de servir casi dos décadas. También destacamos la labor comunal de Juan Rafael, quien se ha avocado desde joven a labores de la comunidad local,  distrital y cantonal. Juan Rafael  (Rafa como mejor se le conoce), en el desempeño de su carrera docente, labora en distintos centros educativos de este distrito; es el síndico de Río Nuevo por tres períodos consecutivos (2002 hasta 2016),  además se desempeña como Presidente de la Asociación de Desarrollo de 2006 a 2010, igual presta servicio voluntario en la ASADA de Santa Rosa, en varios períodos; aunado a lo anterior desempeña  funciones en la Junta vial cantonal y el Ministerio de Educación como Asesor supervisor de circuito escolar del Ciruito 10, puesto en el que se jubiló.

***

EPÍLOGO. Él desde el cafetal, el trapiche, el potrero, en el sitio del ordeño;  ella ahí en el trabajo del hogar, los dos  hacen grande a la patria,  la Costa Rica que nos heredaron los abuelos entregados. Por sus valores, por su entusiasmo y el  ejemplo que nos dan, vale citar algunos versos del poema La Patria de Virginia Grütter, versos que bien acompañan a estos héroes anónimos de los pueblos: “Donde está la escuela de mis hijos/Donde está el techo que cubre mi cabeza/Donde da fruto el árbol que sembré/  (…) /Donde nos ayudamos todos en vez de devorarnos/ (…) /Donde el aire y la calle me pertenecen/ Donde puedo morir cantando/ (…) Ahí queda mi patria.

PERSONAS  POR SU EJEMPLO COMUNAL: Doña  Betty Arias Castro y  don Elio Zúñiga Barrantes

21 marzo, 2020 10:59 am

Escribe Luis Enrique Arce N.

(Escritor y educador, Premio Nacional de Educación)

Esta pareja de generaleños se conoce en Santa Rosa del distrito Río Nuevo. Él de Providencia de Páramo, ella de San Antonio del mismo Río Nuevo. Don Elio nacido (1932) en Pérez Zeledón, es descendiente de la familia Barrantes Vargas. Don Patrocinio Barrantes Vargas (su abuelo)  es de los principales líderes colonizadores de San Isidro de El General, aunque, en ese tiempo, de nombre Ureña. Don Patro… siempre cree en San Isidro de El General, pueblo devoto del santo agricultor madrileño, Isidro Labrador.

En relación con su ascendencia, don Elio es hijo de Rubén Zúñiga López y su madre Josefa Barrantes Blanco. Doña Betty, hija de Elías Arias Esquivel y de Cervanda Castro Quirós. Esta familia migra a Pérez Zeledón proveniente  de Guaitil del cantón de Acosta donde nace en 1939. Su familia ingresa a tierras generaleñas en avión, cuando doña Betty tiene seis  años de edad.  Su noviazgo es de  seis meses y, casa con don Elio el 2 de agosto de 1958, cuando su edad es de diecinueve años.  El cura de matrimonio es el recordado amigo del pueblo, Álvaro Coto Orozco, que los casa a las seis de la mañana.  Este matrimonio cumplirá  62 años en agosto 2020.

Siempre apegados a las actividades agrícolas. Se coincide con Iván Molina (Costarricense por dicha. Editorial UCR, 2003. P.83.) de que “La Costa Rica de mediados del siglo XX era esencialmente rural: el 66.5 por ciento de la población vivía en el campo y, en términos ocupacionales, el 55 por ciento de varones y mujeres económicamente activos, laboraban en el sector primario, sobre todo en la agricultura. La vida cotidiana era  definitivamente local…”  La agricultura de granos básicos, caña de azúcar y el café, más la crianza de animales, dan a la familia Zúñiga Arias, el contrafuerte económico, tal que se hace posible el modelo de vida sostenible que han llevado.  En aquellos años agrícolas del cantón, se vive anclado a la tierra, dependiendo básicamente de  productos agrícolas.

La vida de este matrimonio, como ejemplo en la comunidad, se ha destacado por servicio desinteresado al prójimo y entrega a sus actividades religiosas con las que dan testimonio cotidiano de unión y perseverancia, testimonio de ello lo dan en el pueblo donde siempre han sido vecinos estimados.  Dice doña Betty que el día que no reza el rosario, no puede dormir, y lo hace hasta que termine de rezar, su esposo desde siempre la acompaña. 

Seis varones y siete mujeres conforman la descendencia de este matrimonio. Al momento todos los hijos e hijas están vivos y trabajando. Notable la visión de estos progenitores de no impedir a sus hijos e hijas la formación educativa.  Después de los estudios primarios,  continúan estudios de secundaria en el Liceo Unesco y en el Liceo Nocturno de San Isidro de El General. Posterior a secundaria, ingresan a distintas universidades, con el resultado profesional de hijas e hijos (siete) docentes, más Pedro que es doctor especialista en pediatría,  labora en el Hospital Nacional de Niños. Mercedes (hija) reside en USA donde se desempeña en actividades profesionales de salud pública, labores que realiza para el gobierno en el Estado donde vive. En esta familia, quien no quiso estudiar, se le respetó la decisión, quedando las labores agrícolas en las distintas fincas familiares. Sus 13 hijos, 35 nietos y 11 bisnietos, disfrutan de sus progenitores y los protegen como debe ser: con cariño y protección  como lo requieren.  

El espíritu conservador de este matrimonio es ejemplo comunal. Vecinos y amigos acuden sin necesidad de invitación al rosario del niño, el 25 de diciembre, lo mismo el 2 de agosto que se reúnen familiares y amigos a la conmemoración del cumpleaños matrimonial y a la Virgen de Los Ángeles. Lo hacen con rosario y otras ceremonias religiosos que se disfrutan en lo espiritual y social.  Establecida la tradición, no es necesario invitar, ya el pueblo sabe, lo importante es llegar a compartir. “Nosotros somos seguidores oyentes de Radio Sinaí, sobre todo de los programas religiosos, todos los días a las 10 de la mañana, el estudio del Evangelio y a las tres de la tarde, La Coronilla”.

Cuando se da la Guerra Civil del 48, don Elio tiene dieciséis años y ella, casi los diez. De ese acontecimiento recuerdan con facilidad, doña Betty: “nos daba mucho miedo escuchar las bombas que estallaban en el suelo, desde aviones las tiraban y, nosotros reunidos en familia, lo que  hacíamos era llorar y rezar para que no nos cayeran encima, vivíamos en Pedregoso. Yo conocí al hijo del Jefe Político que mataron en esa guerra, vivía ahí en Pedregoso, era un  muchacho”. Por su parte, don Elio tiene presente en sus recuerdos que lo mandaban a caballo a dejar verduras para la alimentación de los que estaban peleando en esa guerra.  “Yo llevé cargas de plátanos, yuca y otras verduras para los figueristas, ahí en San Isidro dejábamos la carga en una bodega. Como todas las guerras, terrible. Pude ver la fosa grande donde echaron a los muertos para quemarlos y luego, ahí mismo sepultarlos; aquello fue terrible, yo no quiero para nada las guerras”. 

En tiempo de sus vidas activa, don Elio y doña Betty no participan directamente en las organizaciones comunales, en juntas directivas escolares u otras, sin embargo se caracterizan por ser colaboradores indirectos en las gestiones comunales. De sus hijos en el desarrollo comunal destaca Heriberto quien da casi 25 años al servicio del Centro de Educación y Nutrición (CEN), también trabaja con el  Consejo de Evangelización de la parroquia, grupo por el que se ocupa de servir casi dos décadas. También destacamos la labor comunal de Juan Rafael, quien se ha avocado desde joven a labores de la comunidad local,  distrital y cantonal. Juan Rafael  (Rafa como mejor se le conoce), en el desempeño de su carrera docente, labora en distintos centros educativos de este distrito; es el síndico de Río Nuevo por tres períodos consecutivos (2002 hasta 2016),  además se desempeña como Presidente de la Asociación de Desarrollo de 2006 a 2010, igual presta servicio voluntario en la ASADA de Santa Rosa, en varios períodos; aunado a lo anterior desempeña  funciones en la Junta vial cantonal y el Ministerio de Educación como Asesor supervisor de circuito escolar del Ciruito 10, puesto en el que se jubiló.

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EPÍLOGO. Él desde el cafetal, el trapiche, el potrero, en el sitio del ordeño;  ella ahí en el trabajo del hogar, los dos  hacen grande a la patria,  la Costa Rica que nos heredaron los abuelos entregados. Por sus valores, por su entusiasmo y el  ejemplo que nos dan, vale citar algunos versos del poema La Patria de Virginia Grütter, versos que bien acompañan a estos héroes anónimos de los pueblos: “Donde está la escuela de mis hijos/Donde está el techo que cubre mi cabeza/Donde da fruto el árbol que sembré/  (…) /Donde nos ayudamos todos en vez de devorarnos/ (…) /Donde el aire y la calle me pertenecen/ Donde puedo morir cantando/ (…) Ahí queda mi patria.