Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

 

Cuenta una leyenda que hace mucho tiempo, la peste pasó cerca del campo de un agricultor. Cuando este la vio le preguntó: “¿Oye peste, para dónde vas?” y la peste le contestó: “Voy para un país lejano a matar a 500 personas”. Días después, el agricultor vio pasar de nuevo a la peste y le dijo: “¿Oye, no que ibas a matar a 500 personas? ¡Supe que mataste a 10.000! me mentiste” La peste le contestó: “Yo no te mentí, maté a 500 personas, la ansiedad y el temor se encargaron de matar al resto”.

Hoy en día, la ansiedad y sus terribles estragos se han convertido en parte de nuestro diario vivir.

Ante la pandemia del COVID-19, el reporte de ataques de ansiedad y de pánico se hacen cada vez más grande, tanto así que muchas personas se consideran enfermas con el virus cuando lo que en realidad les sucede es que tienen una crisis ansiosa.

Los expertos llaman a la ansiedad un fallo en el sistema nervioso que se da en un momento preciso para regular nuestras acciones, un sistema de defensa o de supervivencia ante el peligro inminente. Dado de esta manera, la ansiedad nos da la capacidad humana de reconocer el peligro y huir pero, ¿cómo huir de las circunstancias que nos rodean en la actualidad? Quedamos imposibilitados ante este efecto pues nuestro enemigo es invisible e imperceptible y el asecho del mismo nos mantiene en vilo constante y por lo tanto se desarrollan los ataques ansiosos con mayor regularidad.

Ante esta situación, necesitamos regularnos, es imperativo que hagamos algo al respecto.

En primera instancia, es importante que reconozcamos que no tenemos control sobre nuestro futuro o sobre lo que sucede en la amplia sociedad; lo único que sí podemos tratar de manejar es nuestro presente y nuestro entorno inmediato. Por más que nos preocupemos, por más que nos afanemos, no hay nada que humanamente podamos hacer para controlar esta situación pandémica mundial, simplemente no está en nuestras manos, así que no vale la pena caer en angustia por lo que no sabemos si nos llegará a ocurrir o no; lo único que sí podemos hacer es cuidarnos lo más posible, ser responsables con nosotros mismos y con los nuestros y creer con fe que esto terminará, de ahí en adelante no está bajo nuestro control. La biblia nos dice: “Y quién de vosotros, por ansioso que esté puede añadir una hora al curso de su vida”. Mateo 6:27. La respuesta a esta pregunta es “Nadie”.

Además, como segundo punto, el vivir atado a un pasado atribulado nos produce ansiedad en gran escala. Si hemos sufrido eventos desafortunados y constantemente nos consumimos a vivir de esos recuerdos, el monstruo de la ansiedad nos arrincona y nos limita a coexistir con un pasado infeliz, quedando así destinados a ser incapaces de disfrutar un presente venturoso o tener esperanza en el porvenir. La biblia menciona sobre este aspecto: “No recordéis las cosas anteriores ni consideréis las cosas del pasado” Isaías 43:18. Sabiamente nos aconseja a vivir el ahora.

Por último, controlar nuestros pensamientos y no dejar que estos nos dominen a nosotros es fundamental. Imagina que tienes dos porciones de lana, una azul y otra verde, ambas desenrolladas y esparcidas en el piso. La lana verde representa los pensamientos positivos y la azul los negativos. Ahora, sabes que debes recoger esa lana y enrollarla y que esa lana convertida en una bola compacta representará la multitud de pensamientos que albergarán tu mente¸ ¿Cuál escoges de primero? ¿En cuál lana inviertes más tiempo y esfuerzo? De igual manera, tu mente representa el cúmulo de pensamientos en los que inviertes tu vida, si acumulas lo negativo y el pesimismo así serás pero si fortaleces tu optimismo, eso te definirá. “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” Proverbios 23:7a.

La ansiedad puede destruirnos casi tan rápido como el virus mismo, solamente que en perspectivas distintas. No te dejes llevar por ella, si te llega a controlar, bien podrías dejar de diferenciar lo real de lo ficticio y esto es muy perjudicial.

Cambia la estrategia y vive, habla y sueña positivo. No sabemos cuándo ni como pero es seguro que esto pasará, así que disfruta lo que puedas y no le des más poder a la ansiedad que el que debe tener. Recuerda que: “La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, mas la buena palabra lo alegra” Proverbios 12:25.

ANSIEDAD, UN INÚTIL REMEDIO

12 mayo, 2020 5:00 pm

 

Grethel Quesada Quesada grethelquesadaq@hotmail.com

 

Cuenta una leyenda que hace mucho tiempo, la peste pasó cerca del campo de un agricultor. Cuando este la vio le preguntó: “¿Oye peste, para dónde vas?” y la peste le contestó: “Voy para un país lejano a matar a 500 personas”. Días después, el agricultor vio pasar de nuevo a la peste y le dijo: “¿Oye, no que ibas a matar a 500 personas? ¡Supe que mataste a 10.000! me mentiste” La peste le contestó: “Yo no te mentí, maté a 500 personas, la ansiedad y el temor se encargaron de matar al resto”.

Hoy en día, la ansiedad y sus terribles estragos se han convertido en parte de nuestro diario vivir.

Ante la pandemia del COVID-19, el reporte de ataques de ansiedad y de pánico se hacen cada vez más grande, tanto así que muchas personas se consideran enfermas con el virus cuando lo que en realidad les sucede es que tienen una crisis ansiosa.

Los expertos llaman a la ansiedad un fallo en el sistema nervioso que se da en un momento preciso para regular nuestras acciones, un sistema de defensa o de supervivencia ante el peligro inminente. Dado de esta manera, la ansiedad nos da la capacidad humana de reconocer el peligro y huir pero, ¿cómo huir de las circunstancias que nos rodean en la actualidad? Quedamos imposibilitados ante este efecto pues nuestro enemigo es invisible e imperceptible y el asecho del mismo nos mantiene en vilo constante y por lo tanto se desarrollan los ataques ansiosos con mayor regularidad.

Ante esta situación, necesitamos regularnos, es imperativo que hagamos algo al respecto.

En primera instancia, es importante que reconozcamos que no tenemos control sobre nuestro futuro o sobre lo que sucede en la amplia sociedad; lo único que sí podemos tratar de manejar es nuestro presente y nuestro entorno inmediato. Por más que nos preocupemos, por más que nos afanemos, no hay nada que humanamente podamos hacer para controlar esta situación pandémica mundial, simplemente no está en nuestras manos, así que no vale la pena caer en angustia por lo que no sabemos si nos llegará a ocurrir o no; lo único que sí podemos hacer es cuidarnos lo más posible, ser responsables con nosotros mismos y con los nuestros y creer con fe que esto terminará, de ahí en adelante no está bajo nuestro control. La biblia nos dice: “Y quién de vosotros, por ansioso que esté puede añadir una hora al curso de su vida”. Mateo 6:27. La respuesta a esta pregunta es “Nadie”.

Además, como segundo punto, el vivir atado a un pasado atribulado nos produce ansiedad en gran escala. Si hemos sufrido eventos desafortunados y constantemente nos consumimos a vivir de esos recuerdos, el monstruo de la ansiedad nos arrincona y nos limita a coexistir con un pasado infeliz, quedando así destinados a ser incapaces de disfrutar un presente venturoso o tener esperanza en el porvenir. La biblia menciona sobre este aspecto: “No recordéis las cosas anteriores ni consideréis las cosas del pasado” Isaías 43:18. Sabiamente nos aconseja a vivir el ahora.

Por último, controlar nuestros pensamientos y no dejar que estos nos dominen a nosotros es fundamental. Imagina que tienes dos porciones de lana, una azul y otra verde, ambas desenrolladas y esparcidas en el piso. La lana verde representa los pensamientos positivos y la azul los negativos. Ahora, sabes que debes recoger esa lana y enrollarla y que esa lana convertida en una bola compacta representará la multitud de pensamientos que albergarán tu mente¸ ¿Cuál escoges de primero? ¿En cuál lana inviertes más tiempo y esfuerzo? De igual manera, tu mente representa el cúmulo de pensamientos en los que inviertes tu vida, si acumulas lo negativo y el pesimismo así serás pero si fortaleces tu optimismo, eso te definirá. “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” Proverbios 23:7a.

La ansiedad puede destruirnos casi tan rápido como el virus mismo, solamente que en perspectivas distintas. No te dejes llevar por ella, si te llega a controlar, bien podrías dejar de diferenciar lo real de lo ficticio y esto es muy perjudicial.

Cambia la estrategia y vive, habla y sueña positivo. No sabemos cuándo ni como pero es seguro que esto pasará, así que disfruta lo que puedas y no le des más poder a la ansiedad que el que debe tener. Recuerda que: “La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, mas la buena palabra lo alegra” Proverbios 12:25.

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