Utilice Su Sentido Común

 

 

El lagarto (Cocodylus acutus) más famoso en la historia del río Barú fue conocido como “El Chingo”. El incidente que lo dejó con tal apodo tuvo lugar a finales de los años 40 en la poza los burros, cerca del lugar donde hoy en día, el tour de la Catarata Nauyaca cruza el río Barú.  Tres amigos, Joaquín, Vicente, y Guido llegaron a la poza para pescar dos días antes y habían pescado más de lo que podrían llevar para la casa, la mayor parte roncadores. “Que calor,” comentó Vicente. “Voy a echarme al agua.” Quitándose todo menos los calzoncillos entró al río hasta media pierna y se lanzó al agua hacia el centro de la poza.

Guido vio a su amigo y el agua tan fresca y empezó a quitarse la ropa. Joaquín siguió pescando. “Cuidado muchachos,” gimió. “Van a espantar los peces.”

Algo grande rompió la superficie del agua y Vicente desapareció en la turbulencia, pero después de unos momentos apareció de nuevo en la superficie de la poza y fue nadando desesperadamente hacia los amigos. Otra vez el monstruo rompió la superficie, agarró las piernas de Vicente, y volvió a sumergirse a la vez que daba vueltas y se meneaba con el hombre en su boca, y otra vez Vicente logró liberarse, llegar arriba y luchar para alcanzar la orilla. Medio desnudo y descalzo en el playón, Guido miró con horror el agua azul clarita teñida con la sangre de su amigo. Joaquín, el único hombre vestido, corrió determinadamente hacia la poza, con un machete alzado en la mano. Al mismo tiempo, el monstruo agarró por tercera vez a Vicente y empezó a dar vueltas y a sumergirse. Recargado de adrenalina, con un valor y una fuerza que no sabía que tenía, Joaquín se lanzó al agua y voló el machete al animal que estaba revolviéndose. El cuchillo penetró el rabo grueso y escamoso por la parte suave del lado inferior, amputando algo más de medio metro. Agotado y traumatizado, Vicente una vez más llegó a la superficie. Joaquín se metió al agua hasta el pecho, extendió una mano a su amigo y lo jaló salvo a la orilla de la poza. El cocodrilo se fue río abajo, la sangre rezumando de la herida donde se cortó el rabo.

 

Ataques de Cocodrilos en Costa Rica

El primer reporte que leí de un ataque de cocodrilo en Costa Rica fue en el año 1994. El incidente sucedió por el Caribe en el Parque Nacional Tortuguero. La víctima era un voluntario extranjero que insistió en bañarse en el río todos los días, a la misma hora, en el mismo sitio, no obstante, las advertencias de los guardaparques. Habían visto frecuentemente un gran cocodrilo en el área. Un día en la tarde el muchacho no regresó de su natación cotidiana. Un año después una persona fue matada en Guanacaste y en 1998 había un muerto en Puntarenas. En el incidente en Puntarenas tres hombres estaban pescando desde una panga cuando una de las cuerdas quedo atascada con alguna obstrucción en el fondo del río. El pescador decidió sumergirse en el rio para soltar la cuerda. Varios cocodrilos de tres a cinco metros estaban visibles en el playón. Sus compañeros le rogaron no meterse al agua, pero eligió de no hacerles caso y pagó con su vida.

Desde ese tiempo ataques de cocodrilos a los humanos en Costa Rica han aumentado. Hace unos 12 años dos surfistas fueron atacados en dos incidentes diferentes. Ambos tuvieron lugar en Playa Hermosa cerca del río Tárcoles, famoso por la población de grandes cocodrilos. Por suerte ambos escaparon con vida; sin embargo, Dakota Kirkbride de 13 años sufrió heridas serias en las piernas y tuvo que recibir injertos de tendones y nervios. Cuatro meses después volvió a surfear en Playa Hermosa. Ambos ataques a los surfistas ocurrieron en el mes de octubre, en medio del tiempo de cortejo de los cocodrilos entre Setiembre y noviembre. Lugareños dicen que durante ese tiempo los machos pelean sobre territorio y hembras, y los perdedores van para el mar. Si esta creencia es cierta los surfistas deben tener mucho cuidado durante esa temporada.

Muchos ataques de cocodrilos suceden en pozas favoritas de los bañistas y otros lugares donde llega gente frecuentemente a la orilla de un río. Aparentemente los grandes reptiles aprenden donde hay gente y los asechan con mucha paciencia. Los aborígenes de Australia han vivido durante siglos en un ambiente de peligro constante de grandes cocodrilos. Han aprendido de no ir al río en el mismo lugar ni a la misma hora dos días seguidos, y de no caer en una rutina o patrón de actividad cuando está en el hábitat de los cocodrilos. Estos grandes reptiles tienen la agilidad de saltar del agua más de la mitad del largo de su cuerpo y a veces agarran gente que andan en cayucas.

Cuando era legal cazar los cocodrilos o lagartos en Costa Rica, poblaciones de los grandes reptiles fueron diezmados por motivos de lucro con la venta de las pieles. Pero ahora la especie ya tiene más de 40 años de protección y muchos individuos han alcanzado un tamaño suficiente para ser una amenaza seria a los humanos. Los registros muestran que el cocodrilo más pequeño que ha matado una persona en Australia tenía tres metros y medio, pero la mayoría tenían más de cuatro metros. Aparentemente, lo mismo es cierto en Costa Rica.

Antes de 1994 no habíamos visto ningún cocodrilo americano (Cocodylus acutus) en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Hacienda Barú. Ahora los vemos a menudo. En el año 2001 uno de nuestros guías y unos visitantes vieron uno de estos reptiles de tres metros cerca de la boca del Río Barú y varios surfistas los han observado en el mar.

De lo que yo sepa, el ataque del chingo a Vicente era el único en el Barú que casi resulta mortal. Sin embargo, los cocodrilos se trasladan largas distancias en el mar, y no me extrañaría si algún día algunos grandes individuos llegan aquí desde otros ríos tales como el Sierpe, Térraba, Savegre, y Naranjo.

Una vez observé un cocodrilo de cuatro metros asoleándose en el playón del río Savegre un poco abajo del puente. Aproximadamente 100 metros río abajo dos muchachas estaban acostados a la orilla del río bronceándose. Aparentemente no se dieron cuenta de la presencia de su peligroso compañero. Una de las muchachas se levantó y venía caminando hacia el puente sobre un camino vecinal. La otra se tiró al agua y salió nadando hacia el otro lado. Le gritamos desde el puente, pero no nos escuchó. Cuando llegó a medio río el cocodrilo se metió al agua y desapareció de la vista. A mí me dio mucho temor de que iba a atacar a la muchacha y me quedé mirando intensamente a la superficie del agua, pero no vi al gran animal cerca de la muchacha. Afortunadamente, ella llegó hasta el otro playón y venía caminando hacia el puente. El gran cocodrilo apareció en el playón el lado arriba del puente. Cuando la muchacha llegó al puente, le indiqué el cocodrilo y le comenté que se había metido al agua al mismo tiempo como ella.

“Si, es grande,” me dijo desinteresadamente.

De una vez subió a la varanda de concreto del puente y se tiró al río de nuevo. Yo quedé viéndola boca abierta. Pensé de los reportes que había leído sobre ataques de cocodrilos en Costa Rica y me ocurrió que la mayor parte se hubieran prevenido con una pequeña dosis de sentido común. Falta de respeto para el peligro que representan estos reptiles ha sido la causa de casi todos los accidentes fatales, y en muchos casos las víctimas habían recibido advertencias de antemano. Han pasado muchos años desde que el chingo se fue del río Barú, pero otros están llegando para reemplazarlo. El cocodrilo en la foto fue tomado en la orilla de una quebrada en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Hacienda Barú. Tenía tres metros, casi de un tamaño peligroso para los humanos. Creo que debemos tener mucho cuidado y utilizar nuestro sentido común, y tal vez podremos prevenir una tragedia en el río Barú.

 

Por Jack Ewing

CUIDADO CON LOS COCODRILOS

17 febrero, 2023 9:55 am

 

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El lagarto (Cocodylus acutus) más famoso en la historia del río Barú fue conocido como “El Chingo”. El incidente que lo dejó con tal apodo tuvo lugar a finales de los años 40 en la poza los burros, cerca del lugar donde hoy en día, el tour de la Catarata Nauyaca cruza el río Barú.  Tres amigos, Joaquín, Vicente, y Guido llegaron a la poza para pescar dos días antes y habían pescado más de lo que podrían llevar para la casa, la mayor parte roncadores. “Que calor,” comentó Vicente. “Voy a echarme al agua.” Quitándose todo menos los calzoncillos entró al río hasta media pierna y se lanzó al agua hacia el centro de la poza.

Guido vio a su amigo y el agua tan fresca y empezó a quitarse la ropa. Joaquín siguió pescando. “Cuidado muchachos,” gimió. “Van a espantar los peces.”

Algo grande rompió la superficie del agua y Vicente desapareció en la turbulencia, pero después de unos momentos apareció de nuevo en la superficie de la poza y fue nadando desesperadamente hacia los amigos. Otra vez el monstruo rompió la superficie, agarró las piernas de Vicente, y volvió a sumergirse a la vez que daba vueltas y se meneaba con el hombre en su boca, y otra vez Vicente logró liberarse, llegar arriba y luchar para alcanzar la orilla. Medio desnudo y descalzo en el playón, Guido miró con horror el agua azul clarita teñida con la sangre de su amigo. Joaquín, el único hombre vestido, corrió determinadamente hacia la poza, con un machete alzado en la mano. Al mismo tiempo, el monstruo agarró por tercera vez a Vicente y empezó a dar vueltas y a sumergirse. Recargado de adrenalina, con un valor y una fuerza que no sabía que tenía, Joaquín se lanzó al agua y voló el machete al animal que estaba revolviéndose. El cuchillo penetró el rabo grueso y escamoso por la parte suave del lado inferior, amputando algo más de medio metro. Agotado y traumatizado, Vicente una vez más llegó a la superficie. Joaquín se metió al agua hasta el pecho, extendió una mano a su amigo y lo jaló salvo a la orilla de la poza. El cocodrilo se fue río abajo, la sangre rezumando de la herida donde se cortó el rabo.

 

Ataques de Cocodrilos en Costa Rica

El primer reporte que leí de un ataque de cocodrilo en Costa Rica fue en el año 1994. El incidente sucedió por el Caribe en el Parque Nacional Tortuguero. La víctima era un voluntario extranjero que insistió en bañarse en el río todos los días, a la misma hora, en el mismo sitio, no obstante, las advertencias de los guardaparques. Habían visto frecuentemente un gran cocodrilo en el área. Un día en la tarde el muchacho no regresó de su natación cotidiana. Un año después una persona fue matada en Guanacaste y en 1998 había un muerto en Puntarenas. En el incidente en Puntarenas tres hombres estaban pescando desde una panga cuando una de las cuerdas quedo atascada con alguna obstrucción en el fondo del río. El pescador decidió sumergirse en el rio para soltar la cuerda. Varios cocodrilos de tres a cinco metros estaban visibles en el playón. Sus compañeros le rogaron no meterse al agua, pero eligió de no hacerles caso y pagó con su vida.

Desde ese tiempo ataques de cocodrilos a los humanos en Costa Rica han aumentado. Hace unos 12 años dos surfistas fueron atacados en dos incidentes diferentes. Ambos tuvieron lugar en Playa Hermosa cerca del río Tárcoles, famoso por la población de grandes cocodrilos. Por suerte ambos escaparon con vida; sin embargo, Dakota Kirkbride de 13 años sufrió heridas serias en las piernas y tuvo que recibir injertos de tendones y nervios. Cuatro meses después volvió a surfear en Playa Hermosa. Ambos ataques a los surfistas ocurrieron en el mes de octubre, en medio del tiempo de cortejo de los cocodrilos entre Setiembre y noviembre. Lugareños dicen que durante ese tiempo los machos pelean sobre territorio y hembras, y los perdedores van para el mar. Si esta creencia es cierta los surfistas deben tener mucho cuidado durante esa temporada.

Muchos ataques de cocodrilos suceden en pozas favoritas de los bañistas y otros lugares donde llega gente frecuentemente a la orilla de un río. Aparentemente los grandes reptiles aprenden donde hay gente y los asechan con mucha paciencia. Los aborígenes de Australia han vivido durante siglos en un ambiente de peligro constante de grandes cocodrilos. Han aprendido de no ir al río en el mismo lugar ni a la misma hora dos días seguidos, y de no caer en una rutina o patrón de actividad cuando está en el hábitat de los cocodrilos. Estos grandes reptiles tienen la agilidad de saltar del agua más de la mitad del largo de su cuerpo y a veces agarran gente que andan en cayucas.

Cuando era legal cazar los cocodrilos o lagartos en Costa Rica, poblaciones de los grandes reptiles fueron diezmados por motivos de lucro con la venta de las pieles. Pero ahora la especie ya tiene más de 40 años de protección y muchos individuos han alcanzado un tamaño suficiente para ser una amenaza seria a los humanos. Los registros muestran que el cocodrilo más pequeño que ha matado una persona en Australia tenía tres metros y medio, pero la mayoría tenían más de cuatro metros. Aparentemente, lo mismo es cierto en Costa Rica.

Antes de 1994 no habíamos visto ningún cocodrilo americano (Cocodylus acutus) en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Hacienda Barú. Ahora los vemos a menudo. En el año 2001 uno de nuestros guías y unos visitantes vieron uno de estos reptiles de tres metros cerca de la boca del Río Barú y varios surfistas los han observado en el mar.

De lo que yo sepa, el ataque del chingo a Vicente era el único en el Barú que casi resulta mortal. Sin embargo, los cocodrilos se trasladan largas distancias en el mar, y no me extrañaría si algún día algunos grandes individuos llegan aquí desde otros ríos tales como el Sierpe, Térraba, Savegre, y Naranjo.

Una vez observé un cocodrilo de cuatro metros asoleándose en el playón del río Savegre un poco abajo del puente. Aproximadamente 100 metros río abajo dos muchachas estaban acostados a la orilla del río bronceándose. Aparentemente no se dieron cuenta de la presencia de su peligroso compañero. Una de las muchachas se levantó y venía caminando hacia el puente sobre un camino vecinal. La otra se tiró al agua y salió nadando hacia el otro lado. Le gritamos desde el puente, pero no nos escuchó. Cuando llegó a medio río el cocodrilo se metió al agua y desapareció de la vista. A mí me dio mucho temor de que iba a atacar a la muchacha y me quedé mirando intensamente a la superficie del agua, pero no vi al gran animal cerca de la muchacha. Afortunadamente, ella llegó hasta el otro playón y venía caminando hacia el puente. El gran cocodrilo apareció en el playón el lado arriba del puente. Cuando la muchacha llegó al puente, le indiqué el cocodrilo y le comenté que se había metido al agua al mismo tiempo como ella.

“Si, es grande,” me dijo desinteresadamente.

De una vez subió a la varanda de concreto del puente y se tiró al río de nuevo. Yo quedé viéndola boca abierta. Pensé de los reportes que había leído sobre ataques de cocodrilos en Costa Rica y me ocurrió que la mayor parte se hubieran prevenido con una pequeña dosis de sentido común. Falta de respeto para el peligro que representan estos reptiles ha sido la causa de casi todos los accidentes fatales, y en muchos casos las víctimas habían recibido advertencias de antemano. Han pasado muchos años desde que el chingo se fue del río Barú, pero otros están llegando para reemplazarlo. El cocodrilo en la foto fue tomado en la orilla de una quebrada en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Hacienda Barú. Tenía tres metros, casi de un tamaño peligroso para los humanos. Creo que debemos tener mucho cuidado y utilizar nuestro sentido común, y tal vez podremos prevenir una tragedia en el río Barú.

 

Por Jack Ewing

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