POR SU EJEMPLO, CONSTANTINO BARRANTES

Escribe Luis Enrique Arce N.
El sábado 30 de marzo se acogió a la merecida pensión don Constantino Barrantes Quesada, persona que por varias décadas dio su entusiasmo e inteligencia, su coraje y sabiduría a la empresa APILAC (Asociación de Producción e industrialización Láctea).
Don Constantino, junto a otros entusiastas lecheros campesinos del distrito de Rivas, dieron vida y proyección a la empresa APILAC, empresa netamente generaleña que nace el 6 de setiembre de 1993, inspirada por el sentimiento lechero del campesino riveño de La Piedra, Buena Vista y Pueblo Nuevo. Varias personas de empuje reúnen sus esfuerzos y en 1973 formalizan la sociedad anónima llamada PILPEZSA (Productores Independientes de Leche de Pérez Zeledón S.A.) cuyos pilares primarios fueron José María y Porfirio Castro Solano, Joaquín Borbón y Jesús Salazar. Poco tiempo después se integra a este grupo el señor Barrantes Quesada.
PILPEZSA pasa a convertirse en una cooperativa de nombre COOPESUR, esta se integra por su propia voluntad al seno de COOPEAGRI y, dentro de esta administración no dio los resultados esperados; por lo que se separa de COOPEAGRI para dar origen a APILAC, que inicia con su primer gerente y Presidente de la Junta Directiva don Constantino Barrantes Quesada. En esos puestos funge por 25 años, de los cuales 24 fue Gerente General y Presidente de Junta Directiva. Su último año de labores fungió solo en el puesto de gerente.

Constantino es de Pueblo Nuevo de Rivas. Según su cédula de identidad, su nacimiento se da el 11 de enero de 1939. Su madre Alicia Quesada Padilla, su padre Constantino Barrantes Padilla, oriundo de Santa María de Dota. Nace en la finca de su padre en Pueblo Nuevo de Rivas. Ese ambiente campesino de trabajo tenaz y amigable con la tierra, lo acompaña desde siempre. En Pueblo Nuevo cursa hasta quinto grado escolar. Por insistencia de un maestro, viaja cuatro kilómetros diarios hasta Rivas, a la Escuela Juan Valverde Mora, donde termina el sexto grado.
Creció en la finca donde el ganado y los cultivos de granos, café, verduras y caña de azúcar era el común del día a día. En el trapiche producen el dulce por marquetas para la Fábrica Nacional de Licores. También dulce en panelas, mejor conocidas como “tapas de dulce”, que vendían y a veces regalaban a los vecinos. En ese época solo un trapiche hay en Rivas. Las grandes moliendas se extienden por días y noches consecutivas. Como son bastantes los hijos se provee la mano de obra para ese ejercicio laboral.
Hacer memoria de los ochenta años de vida de este gran señor, es un asunto de larga data. De la finca sale en su juventud, trabaja en la construcción del puente en la carretera Interamericana sobre el río San Isidro. Luego de estas labores en construcción, sus anhelos agrícolas y ganaderos lo llevan a comprar dos fincas en el Sector Chirripó de Rivas. Una finca la compra a Joaquín (Quincho) Gamboa, la otra por remate que hace el ICE, terreno que en su momento ocupó Peña y Saborío para una planta hidroeléctrico sin resultados a finales de la década de los años sesentas (S.XX). Ahora ya pensionado no deja su hábito de trabajar. Después de este 30 de marzo 2019 seguirá con sus familiares cerca de las fincas también lecheras.
Al cerrar este comentario, viene a mi memoria un poema de Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.” Constantino seguirá siendo un imprescindible en APILAC