Ana Virginia Vargas

En una cumbre montañosa vive Fabricio, un niño delgaducho que pasa corriendo, siempre corriendo, jugando y siempre sonriendo.

Todas las tardes va a jugar con Carlitos, un amigo y compañero. Van los dos lo más atentos, con un balón sucio y viejo, que en la navidad pasada su abuelo les dio contento.

A Fabricio en su cumpleaños también le obsequiaron tacos, uniformes y mochilas y en una academia practicaba su rutina, cada vez que llegaba a aquella cancha tan linda decía siempre decía;

¡Estoy feliz! ¡Qué chiva!

Jugaban y corrían mucho por el pasto verde y corto, pasando el balón uno al otro, pero no se dan cuenta que su alrededor, donde la tierra se levanta, hay unos agujeros profundos que no se ven desde la cancha, pero ellos no se detienen a mirar aquella cueva ancha. La cueva es el hogar de la tortuguita Pancha, que cuida de este lugar y siempre que la perturban se pone a observar quién la molesta, sacando su cabecita por su ventana y observar lo qué se presenta.

¿Quién hace ese ruido al caminar?

Cuando mira hacia afuera ve unos niños jugar, el niño que más corría tenía el balón, pateando siempre pateando sin descansar.

La tortuguita pensó ¡Creo que le voy hablar!

Fabricio camino hacia al lugar sin saber que allí vivía Pancha con sus crías, ella lo vio venir y le preguntó sin pensar: -¡Oye niño bonito! ¿Sabes? juegas muy bien, a pesar de tanto ruido que haces al patear. Te voy a pedir un favor, si me puedes contestar-.

Fabricio asombrado no dejaba de mirar de dónde venía la voz que casi le hace temblar.

Cuando pudo observar, algo se movió al pisar.

Pancha sacó su cabeza y él la escuchó hablar.

¿Qué dices amiguita? ¿Qué quieres conversar?

Quiero que no hagas ruido hasta a dos lunas llegar, tengo unas crías en su nido y si se mueve el suelo se rompen sin respirar, ¿crees que podrías parar hasta que puedan caminar?

Fabricio la miro y le contestó: -claro amiguita, soy conservacionista primero luego soy futbolista.

Dos días después Fabricio volvió a la cancha y fue a la madriguera de Pancha, ya había cascarones por fuera y pensó que más vale la naturaleza que jugar un rato afuera.

Fabricio el futbolista y la tortuguita amistosa

7 noviembre, 2020 5:37 pm

Ana Virginia Vargas

En una cumbre montañosa vive Fabricio, un niño delgaducho que pasa corriendo, siempre corriendo, jugando y siempre sonriendo.

Todas las tardes va a jugar con Carlitos, un amigo y compañero. Van los dos lo más atentos, con un balón sucio y viejo, que en la navidad pasada su abuelo les dio contento.

A Fabricio en su cumpleaños también le obsequiaron tacos, uniformes y mochilas y en una academia practicaba su rutina, cada vez que llegaba a aquella cancha tan linda decía siempre decía;

¡Estoy feliz! ¡Qué chiva!

Jugaban y corrían mucho por el pasto verde y corto, pasando el balón uno al otro, pero no se dan cuenta que su alrededor, donde la tierra se levanta, hay unos agujeros profundos que no se ven desde la cancha, pero ellos no se detienen a mirar aquella cueva ancha. La cueva es el hogar de la tortuguita Pancha, que cuida de este lugar y siempre que la perturban se pone a observar quién la molesta, sacando su cabecita por su ventana y observar lo qué se presenta.

¿Quién hace ese ruido al caminar?

Cuando mira hacia afuera ve unos niños jugar, el niño que más corría tenía el balón, pateando siempre pateando sin descansar.

La tortuguita pensó ¡Creo que le voy hablar!

Fabricio camino hacia al lugar sin saber que allí vivía Pancha con sus crías, ella lo vio venir y le preguntó sin pensar: -¡Oye niño bonito! ¿Sabes? juegas muy bien, a pesar de tanto ruido que haces al patear. Te voy a pedir un favor, si me puedes contestar-.

Fabricio asombrado no dejaba de mirar de dónde venía la voz que casi le hace temblar.

Cuando pudo observar, algo se movió al pisar.

Pancha sacó su cabeza y él la escuchó hablar.

¿Qué dices amiguita? ¿Qué quieres conversar?

Quiero que no hagas ruido hasta a dos lunas llegar, tengo unas crías en su nido y si se mueve el suelo se rompen sin respirar, ¿crees que podrías parar hasta que puedan caminar?

Fabricio la miro y le contestó: -claro amiguita, soy conservacionista primero luego soy futbolista.

Dos días después Fabricio volvió a la cancha y fue a la madriguera de Pancha, ya había cascarones por fuera y pensó que más vale la naturaleza que jugar un rato afuera.

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