LA CACERÍA FURTIVA EN LA ZONA SUR

La primera ley que reguló la cacería en Costa Rica entró en vigor en 1961. Requiera que el cazador tenga una licencia, definía las temporadas de caza para cada especie y establecía un límite a la cantidad de presas que pudiera matar. Nadie tomó la ley muy en serio porque mi amigo Patrick compró la primera licencia (#1) en el año 1964, tres años después del inicio del requisito. Costó 66 colones ($10 en ese tiempo), y era válida para todo tipo de animal silvestre, mayor y menor, jaguares, dantas, cabritos, chanchos, venado, tepescuintle, cherengas, palomas, conejos, ardillas y más. Patrick era un gran cazador, pero siempre cumplía con la ley. Eran pocos como él. La mayor parte eran cazadores furtivos. No compraban licencia, mataban todo lo que querían de cualquier especie y no les importaba la temporada.
Antes de la ley de la vida silvestre de 1961 ya estaban extintas localmente algunas especies de animales por la zona costera entre los ríos Savegre y Térraba. Por ejemplo, la danta, el jaguar, el oso caballo, y el águila harpía ya los habían matado todos y quedaban pocos chanchos de monte, cabritos y guacamayos.
Costa Rica siempre ha tenido buenas leyes para proteger la vida silvestre y con el paso de los años las han venido mejorando hasta el día 24 de marzo de 2013 cuando la señora presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla firmó la última modificación a la Ley de la Vida Silvestre, la cual prohíbe la cacería deportiva de todas las especies en todo el país. Fue la primera ley creada por la iniciativa popular con la colecta de las firmas de 5% del padrón electoral, 177,000 firmas. La misma ley también impone multas muy fuertes a los cazadores furtivos que no la respetan y siguen matando animales silvestres. Es un orgullo para Costa Rica ser el primer país en el mundo para prohibir totalmente la cacería deportiva.
Buenas leyes no tienen mucho efecto si no hay recursos económicos adecuados para aplicarlas. Los entes de gobierno responsables para aplicar las leyes de vida silvestre siempre han carecido de personal, equipo, y todo lo demás que necesitan para controlar efectivamente la cacería que todavía existe en el país. Conozco muchos oficiales de SINAC y son muy responsables y motivados, pero si no hay presupuesto suficiente para frenar la cacería furtiva no pueden realizar este trabajo tan importante.
Los cazadores furtivos usan una gran variedad de métodos para matar los animales silvestres. Muchos usan perros de cacería, otros usan trampas, comederos y hasta fuego. Ponen fuego a un bosque y matan los animales cuando salen huyendo. Más bien, la cacería es una de las causas principales de los incendios forestales.
Cuando prohibí la cacería en Hacienda Barú en el año 1974, lo que más cazaban era tepescuintle y saíno, pero también mataban cualquier otro animal que encontraban, tales como gallina de monte, cherenga, pavón y otros.
Un ex cazador llamado Ramón me contó que en el lugar donde él cazaba con sus perros finos los dueños de varias fincas se enojaron tanto que empezaron a matar cualquier perro de cacería que apareciera en sus propiedades. Por esa razón Ramón decidió dejar sus perros en la casa y en seguida cazaba con trampas. Llevaba un estañón vacío a la selva y lo enterraba con la parte abierta hacia arriba. Dejaría un cedazo camuflado con hojas tapando el hueco. Dejaría unos pejibayes regados en el suelo en una línea empezando más o menos 50 metros de la trampa y terminando donde el estañón. Entonces Ramón guindó un poco de pejibaye directamente encima del estañón. El tepezcuintle venía siguiendo y comiendo los pejibayes y al final caía en el estañón y no podría salir. Sin embargo, Ramón dejó de usar este sistema porque era mucho trabajo hacer la trampa, y fue relativamente fácil para el propietario encontrarla y destruirla. También había el problema de los demás cazadores que podrían encontrar el tepezcuintle antes de él y se lo robaban. Por fin Ramón dejó por completo la cacería.
Hoy en día la mayor parte de los cazadores que siempre acosan el Refugio Nacional de Vida Silvestre Hacienda Barú cazan con comederos. Encuentran un árbol que bota fruta en el suelo y donde los tepezcuintles se acostumbran a venir a comer. Las palmas reales, coyol y los mangos son favoritos. Cuando el árbol está botando la fruta el cazador recoje la fruta y deja todo debajo de una rama donde puede montarse cómodamente. Pues los tepescuintles rara vez salen a la luz de la luna, el cazador espera hasta poco antes de que la luna se ponga y sube al árbol a esperar. Cuando llega el tepezcuintle al pie del árbol a comer, el cazador lo encandila y lo mata. Usualmente hace esto amarrando un foco junto al cañón de la carabina. Otra variación de este sistema es seleccionar cualquier árbol donde hay una rama ideal para montarse y regar bananos o pejibaye en el suelo hasta que los tepezcuintles llegan regularmente a comer.
Cazando con comedero no rinde tanto como con perros y ahora menos cazadores usan perros. Por lo tanto, a pesar de que siempre tenemos un problema de cacería en Hacienda Barú hay menos cazadores y los que hay no matan tantos animales. Los guardabosques actuales andan buscando los árboles con comederos y cuando encuentran uno esperan al cazador para agarrarlo y botan la fruta lejos, regado en el bosque.
Como hemos visto, a pesar de la prohibición total de cacería y multas fuertes en el país siempre hay cacería furtiva. Sin embargo, hay menos que antes. El hecho de que 177,000 costarricenses firmaron la petición para presentar un proyecto de ley ante la asamblea legislativa y el hecho que la ley pasó en forma unánime, muestra claramente que el sentimiento popular es a favor de eliminar la cacería. Actualmente existen tres Refugios Nacionales de Vida Silvestre y por lo menos 20 reservas privadas informales dentro el Corredor Biológico Paso de la Danta (CBPD). Hay mucho turismo ecológico que es un gran incentivo para proteger la naturaleza. Además, hay más de 1000 hectáreas de bosque en conservación con el proyecto Pagos por Servicios Ambientales (PSA) de FONAFIFO. En otras palabras, hay mucha protección de la naturaleza por los mismos propietarios y por eso la cacería ha disminuido. Algunos animales que estaban en vías de extinción ya están regresando a la zona. Hace 32 años al inicio del proyecto del CBPD había solamente una especie de mono en Hacienda Barú, el cariblanco. Ahora hay cuatro especies. Las lapas rojas han regresado y el puma. Han reportado avistamientos de dantas en algunos lugares dentro del corredor. Nunca vamos a eliminar la cacería furtiva completamente, pero hemos logrado mucho y la situación sigue mejorando. Soy optimista.
Por Jack Ewing