CAMBIOS EN EL PATRÓN HABITACIONAL DE REY CURRÉ

Uriel Rojas Rojas
Las familias indígenas que re ocuparon la comunidad de Rey Curré a principios de siglo XX vivían en ranchos con techo de palma real y piso de tierra. Eran viviendas que casi no tenían divisiones internas y algunas estaban forradas con bajareque.
Luego de 1960 se empieza a cambiar este patrón habitacional y también los diseños y ubicación de sus casas, dado a la aparición de los callejones públicos que le dan un viraje a la posición de las fachadas.
Ya eran esos ranchos que miraban unas con otras, sino que fueron alineadas y con sus puertas principales apuntando hacia las calles, dándole la espalda al río, a sus montañas y hasta a su misma gente.
Curré empieza a dejar de ser un puño de ranchitos conectados entre sí a través de múltiples trillos que parecían invisibles, para ir configurando una nueva forma de ubicar sus viviendas alineadas, apretujadas en paredes de concreto.
Esta desestructuración del patrón habitacional ha hecho que se reduzcan además, las libres dimensiones de sus patios o solares para ir diseñando casas muy unidas, con poco espacio. Se está perdiendo el lugar importante para las flores, para el juego de los niños, y para que las familias saquen a asolear los productos que traían de sus fincas: el maíz, cacao, arroz, plátano, yuca, guineos, bananos, etc.
Poco a poco el indígena ha perdiendo esas tierras destinadas para estas utilidades y se ha quedado solo con lo que está alrededor de su casa, situación que lo obliga a sobre poblar este espacio tan reducido.
Es interesante observar como en la medida en que se ha modificado el patrón habitacional también se alterado algunas costumbres culturales: Ya no comen junto al fogón con el guacal en la mano, echado en las hamacas o sentado en los banquitos de madera.
Los nuevos diseños habitacionales han venido imponiendo un modo de vida diferente al tradicional. Este nuevo tipo de construcciones era “cosa fea o anticuada” seguir comiendo en guacales, con cucharas de madera o con la mano.
Este cambio ha empujado al indígena a “modernizarse”, entonces ha tenido que ver cómo hace para comprar esas mesas lindas para ponerlo en la sala-comedor, esos juegos de vajilla y comer juntos a la misma hora, y con respeto, según los supuestos modales contemporáneos.
A quienes más les ha dolido estos cambios es a los mayores, los cuales parecen seguir observando desde sus propios ranchitos el desorden en que están cayendo sus hijos y nietos. Ellos solo miran de lejitos estas cosas y parecen atragantar sus gargantas en el silencio.
Los cambios en el patrón habitacional no ha sido simplemente una sustitución de materiales sino también de valores culturales.
Las viviendas ahora miran hacia las calles y le dieron la espalda al río y a su propia historia.