Universidad Nacional

“Una emergencia nacional”… Así de grave es la crisis que atraviesa actualmente el sistema educativo costarricense—la peor en varias décadas—según evidencia el más reciente informe del Estado de la Educación del Consejo Nacional de Rectores (Conare).

¿Y quiénes son los más afectados con esta crisis? Sin duda los niños, niñas y adolescentes. No por casualidad, la portada de este octavo informe del Estado de la Educación muestra el rostro de un niño gritando.

“Es el grito de la niñez y la adolescencia pidiendo ayuda; encarna a la niñez costarricense que está fuertemente gritando hoy, demandándole a las personas adultas que la escuchen y que no sean indiferentes a sus necesidades”, afirmó Isabel Román, coordinadora del Estado de la Educación, durante el foro virtual “Efectos de la pandemia en las niñas, los niños y las personas adolescentes”, organizado recientemente en el marco del lanzamiento de la Política Institucional de Niñez y Adolescencia de la Universidad Nacional (UNA).

Producto de los rezagos que se vienen acumulando, las rigidices del sistema y los efectos de la pandemia, que vino a desnudar y agudizar estos problemas estructurales, esta grave crisis sanitaria y educativa tiene como principales perdedores a la niñez y la adolescencia de Costa Rica.

“Esta es una crisis que están afectando especialmente a la educación preescolar, general básica y diversificada y que tiene que ver con problemas de fondo, que no habíamos resuelto, más el golpe de la pandemia”, recalcó la especialista.

Como un meteorito

A los rezagos en acceso, equidad y calidad que se han venido acumulando en el sistema educativo, se sumaron los efectos de la pandemia “que nos cayó como un meteorito y generó una serie de deterioros acelerados”, aseguró Román.

En el ciclo lectivo 2020, solo hubo un 13% de clases presenciales y el cierre de los centros educativos envió a sus casas a más de un millón doscientos mil estudiantes.

El 99% de los niños de climas educativos bajos y de hogares vulnerables asiste a la escuela pública, lo cual implica que al cerrar esos centros educativos se afecta a los niños en mayor vulnerabilidad.

Román considera que se generó una estrategia que partió del principio de que los padres están preparados para darles apoyos cognitivos a sus hijos, lo cual no era real, ya que la mayor parte de estos hogares son de climas educativos bajos, o sea, con padres que tienen primaria incompleta o menos.

Apagón educativo

El octavo informe del Estado de la Educación hace referencia a un “apagón educativo”, basado en las interrupciones recurrentes del curso lectivo en los últimos cuatro años, primero con las huelgas de educadores (2018 y 2019) y luego con la pandemia (2020 y 2021).

“Ahí tenemos una suspensión de clases, que es muy preocupante: hoy hay niños en cuarto grado de la escuela que desde que entraron a primer grado nunca han tenido un ciclo lectivo regular completo y muchos de esos niños no saben leer”, subrayó.

A esto se agregó la priorización de contenidos realizada debido a la pandemia, lo que afectó áreas clave como español. Los datos muestran, por ejemplo, que en 2020, en segundo grado no se cubrió el 62% de los contenidos; en sexto grado, se dejó al descubierto el 57% de lo que los escolares debían recibir en ese nivel.

“Y sabemos que la educación es un proceso acumulativo, y si un niño tiene interrupciones en primer grado y en segundo grado en su proceso de lectura, esto va a afectar seriamente el desarrollo lector de estos niños y por eso muchos de ellos en este momento no saben leer y esto es una emergencia nacional”, advirtió la especialista.

En matemática, también se dio una contracción importante. Más del 50% de la materia no se cubrió, porcentaje que fue aún mayor en algunos niveles como octavo (63%) o en noveno (59%). En el caso de undécimo año, el 38% de los contenidos no se cubrió, lo cual deja a estos estudiantes con serias deficiencias a las puertas de su ingreso a las universidades.

Desconexión: nueva forma de exclusión

El golpe de la pandemia, además, ha profundizado las desigualdades porque –recalca Román- la escuela improvisada en casa es tan desigual como la realidad.

Muchos de estos niños y jóvenes, cuando se fueron a sus casas, enfrentaron las brechas que existen en esa realidad, donde mientras el 80% de los estudiantes de los quintiles más ricos tenían acceso a una buena conectividad, en el caso de los estudiantes de los quintiles más pobres, este porcentaje se reducía a apenas un 37%.

En lo que se refiere al equipo, un 48% de los estudiantes de los quintiles más pobres solo se conectaba a internet por celular y había un 10% que no lo hacía del todo.

El apagón educativo, entonces, dejó a una importante cantidad de estudiantes desconectados del sistema educativo, en promedio el 40% del total de alumnos no tienen acceso a condiciones adecuadas para recibir esa educación a distancia, según confirman las cifras aportadas por el propio Ministerio de Educación Pública.

“Entonces, aquí estamos frente a lo que el informe denomina “una nueva forma de exclusión educativa” porque son estudiantes con fuertes rezagos en sus aprendizajes, con problemas de conectividad y equipos, y además son los estudiantes más golpeados en sus hogares por la crisis económica y con más riesgo de abandono del sistema educativo”.

Al construir escenarios prospectivos, los investigadores del Estado de la Educación encontraron que se vislumbra un panorama dramático, si estos estudiantes salen del sistema educativo.

Aumentaría la probabilidad de que se incremente la pobreza en 31% en las zonas rurales, con mayor afectación para las regiones Brunca (40%) y Caribe (38%).

“Efectivamente aquí tenemos una emergencia nacional porque en el paso siguiente, estos niños, niñas y adolescentes estarán fuera del sistema educativo y en los próximos años, lo que vamos a tener es más pobreza, más desempleo, más empleos de mala calidad, una historia que ya conocemos”, advirtió Román.

“En estas circunstancias, lo que el informe plantea es que tenemos una emergencia en educación y tenemos que realmente en este momento establecer un gran acuerdo nacional alrededor de la educación donde todos los sectores asuman su responsabilidad histórica, desde la sociedad civil, desde los sectores políticos, académicos, empresariales, sindicales, para resolver esta situación tan compleja que tenemos”

Niñez y adolescencia: principales perdedoras de la pandemia

1 diciembre, 2021 5:35 pm

Universidad Nacional

“Una emergencia nacional”… Así de grave es la crisis que atraviesa actualmente el sistema educativo costarricense—la peor en varias décadas—según evidencia el más reciente informe del Estado de la Educación del Consejo Nacional de Rectores (Conare).

¿Y quiénes son los más afectados con esta crisis? Sin duda los niños, niñas y adolescentes. No por casualidad, la portada de este octavo informe del Estado de la Educación muestra el rostro de un niño gritando.

“Es el grito de la niñez y la adolescencia pidiendo ayuda; encarna a la niñez costarricense que está fuertemente gritando hoy, demandándole a las personas adultas que la escuchen y que no sean indiferentes a sus necesidades”, afirmó Isabel Román, coordinadora del Estado de la Educación, durante el foro virtual “Efectos de la pandemia en las niñas, los niños y las personas adolescentes”, organizado recientemente en el marco del lanzamiento de la Política Institucional de Niñez y Adolescencia de la Universidad Nacional (UNA).

Producto de los rezagos que se vienen acumulando, las rigidices del sistema y los efectos de la pandemia, que vino a desnudar y agudizar estos problemas estructurales, esta grave crisis sanitaria y educativa tiene como principales perdedores a la niñez y la adolescencia de Costa Rica.

“Esta es una crisis que están afectando especialmente a la educación preescolar, general básica y diversificada y que tiene que ver con problemas de fondo, que no habíamos resuelto, más el golpe de la pandemia”, recalcó la especialista.

Como un meteorito

A los rezagos en acceso, equidad y calidad que se han venido acumulando en el sistema educativo, se sumaron los efectos de la pandemia “que nos cayó como un meteorito y generó una serie de deterioros acelerados”, aseguró Román.

En el ciclo lectivo 2020, solo hubo un 13% de clases presenciales y el cierre de los centros educativos envió a sus casas a más de un millón doscientos mil estudiantes.

El 99% de los niños de climas educativos bajos y de hogares vulnerables asiste a la escuela pública, lo cual implica que al cerrar esos centros educativos se afecta a los niños en mayor vulnerabilidad.

Román considera que se generó una estrategia que partió del principio de que los padres están preparados para darles apoyos cognitivos a sus hijos, lo cual no era real, ya que la mayor parte de estos hogares son de climas educativos bajos, o sea, con padres que tienen primaria incompleta o menos.

Apagón educativo

El octavo informe del Estado de la Educación hace referencia a un “apagón educativo”, basado en las interrupciones recurrentes del curso lectivo en los últimos cuatro años, primero con las huelgas de educadores (2018 y 2019) y luego con la pandemia (2020 y 2021).

“Ahí tenemos una suspensión de clases, que es muy preocupante: hoy hay niños en cuarto grado de la escuela que desde que entraron a primer grado nunca han tenido un ciclo lectivo regular completo y muchos de esos niños no saben leer”, subrayó.

A esto se agregó la priorización de contenidos realizada debido a la pandemia, lo que afectó áreas clave como español. Los datos muestran, por ejemplo, que en 2020, en segundo grado no se cubrió el 62% de los contenidos; en sexto grado, se dejó al descubierto el 57% de lo que los escolares debían recibir en ese nivel.

“Y sabemos que la educación es un proceso acumulativo, y si un niño tiene interrupciones en primer grado y en segundo grado en su proceso de lectura, esto va a afectar seriamente el desarrollo lector de estos niños y por eso muchos de ellos en este momento no saben leer y esto es una emergencia nacional”, advirtió la especialista.

En matemática, también se dio una contracción importante. Más del 50% de la materia no se cubrió, porcentaje que fue aún mayor en algunos niveles como octavo (63%) o en noveno (59%). En el caso de undécimo año, el 38% de los contenidos no se cubrió, lo cual deja a estos estudiantes con serias deficiencias a las puertas de su ingreso a las universidades.

Desconexión: nueva forma de exclusión

El golpe de la pandemia, además, ha profundizado las desigualdades porque –recalca Román- la escuela improvisada en casa es tan desigual como la realidad.

Muchos de estos niños y jóvenes, cuando se fueron a sus casas, enfrentaron las brechas que existen en esa realidad, donde mientras el 80% de los estudiantes de los quintiles más ricos tenían acceso a una buena conectividad, en el caso de los estudiantes de los quintiles más pobres, este porcentaje se reducía a apenas un 37%.

En lo que se refiere al equipo, un 48% de los estudiantes de los quintiles más pobres solo se conectaba a internet por celular y había un 10% que no lo hacía del todo.

El apagón educativo, entonces, dejó a una importante cantidad de estudiantes desconectados del sistema educativo, en promedio el 40% del total de alumnos no tienen acceso a condiciones adecuadas para recibir esa educación a distancia, según confirman las cifras aportadas por el propio Ministerio de Educación Pública.

“Entonces, aquí estamos frente a lo que el informe denomina “una nueva forma de exclusión educativa” porque son estudiantes con fuertes rezagos en sus aprendizajes, con problemas de conectividad y equipos, y además son los estudiantes más golpeados en sus hogares por la crisis económica y con más riesgo de abandono del sistema educativo”.

Al construir escenarios prospectivos, los investigadores del Estado de la Educación encontraron que se vislumbra un panorama dramático, si estos estudiantes salen del sistema educativo.

Aumentaría la probabilidad de que se incremente la pobreza en 31% en las zonas rurales, con mayor afectación para las regiones Brunca (40%) y Caribe (38%).

“Efectivamente aquí tenemos una emergencia nacional porque en el paso siguiente, estos niños, niñas y adolescentes estarán fuera del sistema educativo y en los próximos años, lo que vamos a tener es más pobreza, más desempleo, más empleos de mala calidad, una historia que ya conocemos”, advirtió Román.

“En estas circunstancias, lo que el informe plantea es que tenemos una emergencia en educación y tenemos que realmente en este momento establecer un gran acuerdo nacional alrededor de la educación donde todos los sectores asuman su responsabilidad histórica, desde la sociedad civil, desde los sectores políticos, académicos, empresariales, sindicales, para resolver esta situación tan compleja que tenemos”