Denia Lucía Jiménez Quesada

denilujq@gmail.com

¿Lo han llamado a un restaurante de prestigio cercano a su casa para obsequiarle un par de noches en un hotel de playa o montaña, el cuál “ganó” por hacer uso de sus tarjetas de crédito correctamente? ¿Le dicen que son asesores de ventas de CANATUR, el ICT y otras cámaras de turismo de Costa Rica? Claro, todos deseamos acceso a unas vacaciones familiares, a un precio accesible, a un descanso inolvidable….

Conozco el caso de muchas personas… (y es mi caso) que han sido atrapados por la idea de vacacionar en familia o en pareja a un bajo costo, todo esto ofrecido por un plan vacacional que asegura no tener letras pequeñas, ser transparente y justo con los turistas nacionales.

 Llegado el momento de la reservación, cuando queremos ponerle fecha a un sueño ´por el cual pagamos,  los involucrados en la venta no contestan los teléfonos, cambiaron de gerente, es necesario pagar una cuota que requiere de todo el líquido disponible para vacacionar o simplemente se le dice que  usted no entendió lo que el promotor de la empresa quiso decir o en si lo que en realidad pagó.   Lo que queda, después de una inversión de 5 000 dólares o más,  es  un  sentimiento de molestia, de incapacidad y de estafa;  porque ahora, se tiene que afrontar el pago de la tarjeta de crédito, sin poder llevar a sus familiares y seres queridos ni a  “comer arena” como vacacionamos normalmente, porque todo ese dinero se esfumó y los  recursos que se necesitan para hacer efectivo el “plan” requieren de un crédito para sufragar gastos adicionales, mucho superiores a la inversión inicial planeada.  Y entonces surge la pregunta ¿Qué fue lo que pagué?

No digo que sean del todo un fraude, porque mi incapacidad de interpretación  y quizá  la falta de experiencia que tenemos como turistas en hoteles de lujo, no me permite comprender a fondo la situación, pero puedo decir con propiedad que estos dichosos planes entorpecen la posibilidad conocer nuestros país y los servicios hoteleros que podríamos disfrutar.  Los asesores contratados por CANATUR, ICT o quienes les paguen,  promocionan la venta ocultando información,  y maximizan los  beneficios, que al final de cuentas es mentir y  no dan un seguimiento leal al cliente; les  falta sinceridad a la hora de vender y nunca sabemos qué fue lo que compramos.

Lo que más indigna es que las víctimas de estos planes son personas de la clase media baja, que tal vez podrían llevar a cabo este sueño si fueran correctamente asesorados, con la honestidad y el respeto que merecen como clientes, quienes estarían dispuestos a invertir en sus vacaciones y en nuestro país pero al enfrentarse a estas empresas, la frustración y mal uso de dinero,  que tratar con ellas conlleva, termina sembrando la idea firme de  que disfrutar de esta nuestra querida Costa Rica es imposible, para nosotros los ticos de clase media, por lo que preferimos por buscar opciones para vacacionar fuera del  país, en hoteles donde se recibe un trato respetuoso y un servicio justo por el precio que se pagó.

Este es un llamado al ICT, a CANATUR, a los dueños de hoteles y condominios en Costa Rica.  Es indignante caer en trampas comerciales, en engaños bajos donde los grandes perdedores siguen siendo, aunque no se percaten de ello, la industria hotelera nacional.

Y para terminar me pregunto  ¿Quién se dejó mis ahorros? Voy a buscar esa respuesta.  Tal vez no tendré vacaciones este año, pero no voy a permitir que roben los sueños de mi familia.

 

¿Se ha sentido estafado a la hora de adquirir un plan vacacional?

3 febrero, 2019 11:04 am

Denia Lucía Jiménez Quesada

denilujq@gmail.com

¿Lo han llamado a un restaurante de prestigio cercano a su casa para obsequiarle un par de noches en un hotel de playa o montaña, el cuál “ganó” por hacer uso de sus tarjetas de crédito correctamente? ¿Le dicen que son asesores de ventas de CANATUR, el ICT y otras cámaras de turismo de Costa Rica? Claro, todos deseamos acceso a unas vacaciones familiares, a un precio accesible, a un descanso inolvidable….

Conozco el caso de muchas personas… (y es mi caso) que han sido atrapados por la idea de vacacionar en familia o en pareja a un bajo costo, todo esto ofrecido por un plan vacacional que asegura no tener letras pequeñas, ser transparente y justo con los turistas nacionales.

 Llegado el momento de la reservación, cuando queremos ponerle fecha a un sueño ´por el cual pagamos,  los involucrados en la venta no contestan los teléfonos, cambiaron de gerente, es necesario pagar una cuota que requiere de todo el líquido disponible para vacacionar o simplemente se le dice que  usted no entendió lo que el promotor de la empresa quiso decir o en si lo que en realidad pagó.   Lo que queda, después de una inversión de 5 000 dólares o más,  es  un  sentimiento de molestia, de incapacidad y de estafa;  porque ahora, se tiene que afrontar el pago de la tarjeta de crédito, sin poder llevar a sus familiares y seres queridos ni a  “comer arena” como vacacionamos normalmente, porque todo ese dinero se esfumó y los  recursos que se necesitan para hacer efectivo el “plan” requieren de un crédito para sufragar gastos adicionales, mucho superiores a la inversión inicial planeada.  Y entonces surge la pregunta ¿Qué fue lo que pagué?

No digo que sean del todo un fraude, porque mi incapacidad de interpretación  y quizá  la falta de experiencia que tenemos como turistas en hoteles de lujo, no me permite comprender a fondo la situación, pero puedo decir con propiedad que estos dichosos planes entorpecen la posibilidad conocer nuestros país y los servicios hoteleros que podríamos disfrutar.  Los asesores contratados por CANATUR, ICT o quienes les paguen,  promocionan la venta ocultando información,  y maximizan los  beneficios, que al final de cuentas es mentir y  no dan un seguimiento leal al cliente; les  falta sinceridad a la hora de vender y nunca sabemos qué fue lo que compramos.

Lo que más indigna es que las víctimas de estos planes son personas de la clase media baja, que tal vez podrían llevar a cabo este sueño si fueran correctamente asesorados, con la honestidad y el respeto que merecen como clientes, quienes estarían dispuestos a invertir en sus vacaciones y en nuestro país pero al enfrentarse a estas empresas, la frustración y mal uso de dinero,  que tratar con ellas conlleva, termina sembrando la idea firme de  que disfrutar de esta nuestra querida Costa Rica es imposible, para nosotros los ticos de clase media, por lo que preferimos por buscar opciones para vacacionar fuera del  país, en hoteles donde se recibe un trato respetuoso y un servicio justo por el precio que se pagó.

Este es un llamado al ICT, a CANATUR, a los dueños de hoteles y condominios en Costa Rica.  Es indignante caer en trampas comerciales, en engaños bajos donde los grandes perdedores siguen siendo, aunque no se percaten de ello, la industria hotelera nacional.

Y para terminar me pregunto  ¿Quién se dejó mis ahorros? Voy a buscar esa respuesta.  Tal vez no tendré vacaciones este año, pero no voy a permitir que roben los sueños de mi familia.